CASO ABIERTO / CASO CERRADO MENDIGO ACRIBILLADO POR LA POLICÍA EN BARAJAS
‘Terrorista’, esquizofrénico y olvidado
El Mundo, , 27-04-2014Se llama Washington Courage, nació
en 1958 (no sé sabe si en Nigeria
o en Liberia), vivió varios años
como apátrida en los pasillos del
aeropuerto de Barajas y esta semana
se extinguió su último rastro en
España.
Fue en un tribunal madrileño,
donde se juzgaba a un policía nacional
que, en julio de 2007, le descerrajó
cuatro tiros en el cuerpo.
No lo mató. El agente fue comisionado
junto con un compañero
para encontrar, a contrarreloj, una
presunta maleta bomba en la T-2
–ETA había volado un trozo de la
T-4 apenas siete meses antes–.
En la acera, cerca de los taxis,
ambos vieron un carro a rebosar
de equipaje y aparentemente abandonado.
Al acercarse, un tipo con
chubasquero y aspecto descuidado
se les acerca. Es Washington, que
les amenaza, al verles acercarse al
carrito con sus cosas, primero con
un cuchillo de 11,6 centímetros de
hoja –el que usaba para comer–, y
después con una pequeña pistola
negra. Los agentes tienen delante
a un indigente esquizofrénico, pero
ven a un peligroso terrorista.
El gráfico policial mostrará después
cómo a Washington le pegan
nueve tiros mientras avanza hacia
los agentes, en un recorrido de
unos 25 metros.
Después de disparar al suelo y al
techo, cuatro balas le dan de lleno.
La pistola que lleva en la mano,
marca Cyan, era de juguete.
Washington se pasa 18 días hospitalizado
y tarda en curar otros
90. Las balas le dan en el hemitórax,
en la espalda, en un brazo. Era
julio y llevaba un forro polar y un
abrigo de lluvia, lo que al parecer
no hizo pensar a los policías –«también
solía llevar un Pato Donald en
el hombro, pero no ese día», dice
su abogada–.
Siete años después, en una sala
de la Audiencia Provincial de Madrid,
el episodio quedaba en nada.
Como si nunca hubiera existido.
La Fiscalía pidió la absolución
de los agentes y la eximente completa
por actuar en legítima defensa.
Y la juez no dejó acusar a la
abogada de Washington, por un
motivo muy sencillo: hace años
que el indigente esquizofrénico
acribillado en el aeropuerto de Barajas
desapareció de España, donde
vivía de forma ilegal, quizás
desde 1992. «Tenemos que entender
que se ha apartado de la causa
», dijo la magistrada.
«Lleva viviendo en España al
menos desde 1992, en diferentes
sitios como Córdoba y Cádiz», reza
uno de los informes del Servicio
Madrileño de Salud, que, junto con
los del Samur Social del Ayuntamiento,
relatan el lento descenso a
los infiernos habitual de los miles
de sin papeles que entran en España
y caminan, lenta pero inexorablemente,
hacia la locura, por la
vía de la soledad, la extrañeza y el
olvido.
Ésta, y no sólo la publicada, es la
verdadera intrahistoria de Washington
Courage. En 1992 llega a
España. Tiene dos hijos, Lina (en
mayo de 1993) y Michel (en septiembre
de 1995). Que se van con
su madre, según contará él después
en algún rapto de lucidez, a
Estados Unidos, concretamente a
California.
Es en 1998 cuando comienza a
hacérsele de noche, según los servicios
sociales. Al perder el vínculo
con su familia, el suelo se abre bajo
sus pies. Washington se vuelve
loco y nadie está ahí para devolverle
a la realidad.
«Se objetiva un aspecto descuidado
y extravagante, acumulación
de objetos, lenguaje desorganizado
y conducta bizarra. También la
presencia de ideación delirante
mística y megalomaníaca (relata
estar esperando a que le lleven,
que tiene sus dominios en el cielo y
una misión encomendada por un
dios), falsos reconocimientos (con
frecuencia nos identifica con conocidos
del pasado, de África, que hubiéramos
trasmutado de forma),
ocasionales delirios genealógicos
pseudoalucinaciones auditivas (dice
hablar con un dios)», dice un informe.
En 2005 se le hospitaliza en la
unidad de agudos de psiquiatría
del Hospital Ramón y Cajal, y le
tratan con antipsicóticos. Antes,
Washington ya ha comenzado a
habitar en el aeropuerto. Coge frecuentemente
comida en los restaurantes
del lugar. Los camareros no
se interponen en su camino: se pone
agresivo, le dejan hacer por orden
de los dueños.
Pasa temporadas en el centro de
La Rosa, dependiente de la Comunidad
de Madrid. Vuelve al aeropuerto,
donde los asistentes sociales
van a darle la medicación. Un
día, el tiroteo.
Washington ya ha empezado a
desaparecer. Sale del hospital,
vuelve al aeródromo madrileño, se
entrevista con su abogada, encargada
del tema por la Coordinadora
Estatal contra la Tortura y por Amnistía
Internacional Londres («la
división de cada país nunca interviene
en sus propios temas»).
Recibe una orden de expulsión.
Mientras el proceso arranca, él
consigue dinero para el avión. Desaparece.
Nadie parece tener noticias
de quien había hecho de los
pasillos de Barajas su palacio.
Cuatro años después, el martes
pasado, la fiscal intenta sobre la
marcha acusar, al ver que nadie va
a poder hacerlo, y convertir la petición
de acusación en eximente incompleta.
Ahora, ya es demasiado
tarde. No hay juicio que celebrar.
¿Existió de verdad Washington
Courage?
(Puede haber caducado)