«Salí a pasear al perro y ella sola se apuñaló»
El acusado de matar y enterrar en un bosque a su mujer, una ex prostituta brasileña, dice que ella era alcohólica y se suicidó
El Mundo, , 22-04-2014«Cuando la vi, estaba medio caída en la bañera, sangrando, y un charco como de dos litros de sangre en el suelo. Me dije: ‘Anda ésta, menudo puñalón se ha pegao’».
«Era una mujer buena, pero con tres cervezas se agarraba unas castañas considerables, se volvía loca». «Ella se ponía tan mal que un día la Policía la pilló pedo y medio desnuda por ahí por la carretera o no sé cómo». «Nuestro hijo de tres años nos dijo: ‘Que no, que no quiero veros más, que ahora ya tengo otra familia y soy feliz’».
«¿Giovanna? Era una mujer bajita, gordita, con buenos brazos…».
Son algunos de los anticlimáticos pasajes del juicio ayer, en la Audiencia Provincial, a Manuel Antonio G.A., a quien la Fiscalía pide 16 años de cárcel por acuchillar a su mujer hasta la muerte y enterrarla tres días después en un bosque de Guadarrama en julio de 2011. Como si estuviera en un bar, en un lenguaje coloquial que contrastaba con el dramatismo de los hechos enjuiciados, G.A., de 54 años –y que se refirió varias veces a «mi tío el que fue Gobernador Civil»–, refirió la triste existencia de la pareja desde que se conoció «en un prostíbulo de carretera», hasta que ella murió de varias puñaladas, tras lo cual se pasó tres días en la bañera de la casa de él en El Atazar antes de ser enterrada en un bosque.
El hombre, habitual de la cocaína según confesó, limpió después la casa, antes de confesarle a su hermano, que fue quien denunciaría posteriormente, que la había enterrado en Guadarrama, pero ayer declaró: «Yo salí a pasear al perro y al volver me la encontré así. Yo la quería, no la maté».
Según G.A., la relación «se torció desde que nos conocimos, porque ella pensaba que yo era una persona que iba a esos sitios, y se ponía muy celosa». Ambos tuvieron un hijo cuya tutela terminó adjudicada al hermano del acusado, con el que la pareja, siempre según su testimonio, terminó por perder la relación: «Aquel día [25 de julio de 2011], nos fuimos a comer a El Berrueco y nos bebimos varias cervezas y una botella de vino. Después fuimos a un bar que se llama El Puntillo, y ahí ella llamó a nuestro hijo, que entonces tenía tres años y le dijo que no quería vernos… Se puso a llorar y a beber, se puso como loca, incluso peleó con la gente del bar y abrazó a un anciano que había en la plaza».
Ambos volvieron después a la casa en que convivían (violando la orden de alejamiento) en El Atazar, «y le dije que se diera una ducha mientras yo sacaba al perro». Al volver, el acusado aseguró que la propia mujer se había dado muerte de mano propia. «Me tomé pastillas y alcohol y estuve durmiendo tres días».
Tras eso, G.A. procedió a esconder el cuerpo a 20 kilómetros de allí «al entender que le iban a imputar la muerte», dijo su abogado.
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