Fe colombiana para Galicia
El sacerdote Samuel Aristizábal recorre hasta 70 kilómetros diarios para dar misa en las seis parroquias que lleva entre Mazaricos, Vimianzo y Zas
La Voz de Galicia, , 22-04-2014Cuando envió la solicitud al Arzobispado compostelano desde el municipio de Neira (Caldas), en el Eje Cafetero de Colombia, no tenía «ni idea» de adónde lo iban a enviar. Pero después de tres meses en Santiago, aterrizó en una zona idéntica a su tierra natal, «muy campesina, donde se cuida a los animales y las cebollas o los tomates se plantan en casa». Lleva un año instalado y la principal diferencia la encuentra en la gente «que es mucho más introvertida, pero ya se va soltando». De su mano, las celebraciones religiosas en las seis parroquias que tiene a cargo entre Mazaricos, Vimianzo y Zas se parecen un poco más al estilo latinoamericano, «con participación en la oración, las lecturas, las respuestas y un espíritu alegre».
En el año que lleva destinado en Galicia, el sacerdote Samuel Aristizábal Echeverry, «modelo del 61», como dice él, no ha conocido mucho, apenas «el santuario de la Barca de Muxía».
Sí le ha dado tiempo para aprender que de Baos a Albores tiene «tres kilómetros». De ahí a Brandomil, cinco, «otros cuatro» hasta Muíño, «tres más» a Brandoñas y «entre cuatro y cinco» a Baíñas, que es donde reside. Se los sabe porque a diario le suman unos 40 y «los domingos pueden llegar a 60 o 70», el principal hándicap con el que se topan los curas rurales y que, a su juicio, influye en la liturgia. «La gente ya se ha acostumbrado a que tiene que ser todo corriendo, con misas de 15 – 20 minutos, y yo creo que hay que recobrar un poco la calma. Las parroquias son muy pequeñas y cada uno se identifica mucho con la suya, le cuesta salir de manera ordinaria, pero cada vez habrá que hacerlo más y entender que solo se puede celebrar en ellas una vez cada 15 días o cada mes», reflexiona el religioso, que no se ha encontrado situaciones de necesidad, pero sí mucho apoyo, tanto de los compañeros como de los feligreses, que antes que a él tenían a Desiré Kouakou, un párroco senegalés ahora instalado en Cee.
«La gente aquí es muy sencilla y, en general, no lo pasa mal, pero sabe que hay lugares donde sí ocurre, por eso cuando organizamos algo, como ahora en Semana Santa recoger alimentos para Cáritas, responde de manera excelente», concluye el sacerdote.
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