Carina Ramírez Montero, una de las
actrices que participan en el montaje
de La casa de Bernarda Alba producido
por la compañía TNT-Atalaya
con mujeres del asentamiento chabolista
del Vacie, en Sevilla, ingresó
ayer en prisión para cumplir la condena
a un año de cárcel a la que fue
condenada por un robo de chatarra
cometido en abril de 2009 –antes de
que se incorporara al proyecto– durante
un reportaje para el programa
de televisión 21 días.
El juez penal 4 de Sevilla dio a la
joven un plazo voluntario para ingresar
en la cárcel, después de que el
Consejo de Ministros denegase su
petición de indulto. Aunque su ingreso
en prisión estaba en principìo fijado
para el pasado viernes, finalmente
se ha producido este lunes. El abogado
Israel Moreno informó ayer a
Efe de que Carina ingresó por la mañana
en el Centro de Inserción Social
(CIS) de Sevilla, donde quedará en
periodo de observación y en el plazo
de un mes espera que le sea concedido
el régimen penitenciario de tercer
grado, lo que le permitiría hacer su vida
con relativa normalidad, pues sólo
tendría que acudir a prisión para
dormir por las noches.
El montaje de La casa de Bernarda
Alba, en el que Carina interpreta
al personaje de Amelia, una de las hijas
de la protagonista del drama de
Federico García Lorca, ha recibido
numerosos reconocimientos por lo
que supone un ejemplo de
integración social a través
de la cultura.
El último lo recibió ayer,
cuando se hicieron públicos
los Premios Emilio
Castelar a la Defensa de
las Libertades y el Progreso
de los Pueblos, cuyo jurado
ha concedido una
mención especial a TNT y
el colectivo de mujeres
«por su trabajo a favor de
la integración y el desarrollo
del colectivo de mujeres
gitanas a través de la
cultura como elemento
fundamental» y un ejemplo
«de cómo la cultura
rompe las barreras y contribuye
a la integración».
El personaje de Lorca y el trabajo
de TNT-Atalaya con las mujeres del
Vacie dieron un giro radical a la vida
de Carina Ramírez, desde que el 8 de
noviembre de 2009 en que encarnó a
Amelia por primera sobre las tablas
de un teatro. La mujer, de 26 años y
madre de tres hijos, no volvió a robar
chatarra después de aquello.