Internacional

Los niños que no quiere Europa

Un estudio de la Universidad de Poitiers concluye que los países de la Unión excluyen de sus políticas de protección a los menores extranjeros no acompañados

La Voz de Galicia, María Cedrón, 14-04-2014

El fenómeno de la inmigración tiene muchas ramas. La de los menores no acompañados (denominados menas) que llegan a Europa desde Marruecos, países subsaharianos, Afganistán, Bangladés… es una de ellas. Quizá la más frágil porque un amplio número de esos menores están fuera de los mecanismos de protección articulados por los distintos países de la UE. Solo en Italia, único país estudiado en el que hay datos, entre un 40 % y un 60 % abandonan los centros públicos en los que son acogidos. Ahí no estarían recogidos los que nunca han tenido contacto con la administración.

Comprobar cómo están viviendo es uno de los objetivos del proyecto Pucafreu, una investigación desarrollada en España, Bélgica, Italia, Francia y Rumanía por Migrinter, el centro de investigación del instituto CNRS de la Universidad francesa de Poitiers. El resumen del estudio que realiza Daniel Senovilla, investigador del centro y uno de los autores es estremecedor: «Los Estados europeos están procediendo a partir de una serie de prácticas a excluir a estos menores de la protección que obliga la Convención de Derechos del Niño de las Naciones Unidas que dice que todo menor privado de su familia tiene derecho a la protección del Estado en el que se encuentra». Porque a su juicio están dando prioridad a la condición de extranjero en estado irregular sobre la de menor privado de la protección de la familia.

Entre las prácticas de las que habla están, por ejemplo, las medidas de control de la edad por medio de entrevistas o, como la investigación ha constatado que ocurre en París, la exclusión del modelo por el mero hecho de hallar a un familiar lejano.

Pero también es verdad que el modo de vida de estos jóvenes varía mucho en base a la ciudad o el país en el que se hallen. «Analizamos cómo estaban viviendo en París, Rennes, Bruselas, Turín, Madrid y Barcelona. Constatamos que en París, Bruselas o Turín había más que estaban en la calle, un fenómeno que detectamos mucho menos en Madrid o Barcelona», explica. Junto a esto también han identificado grupos de menores que están con otros compatriotas, parientes lejanos, miembros de un hogar no formal o amigos. «A veces están en estado precario, no están ahí de forma permanente en muchos casos, basculan entre la vida en la calle y en estos lugares de acogida», añade. En Turín, por ejemplo, muchos viven en fábricas abandonadas o en casas okupa.

Y cómo sobreviven los que están fuera del modelo es otra de las cuestiones que plantea el estudio. «Lo hacen realizando actividades de carácter ilegal o ilícito, menudeo de drogas, pequeños hurtos, mendicidad, prostitución», comenta también este investigador.

Política europea

Ante esto, ¿qué debe hacer la Unión Europea? Este investigador dice que la UE no tiene competencias en materia de protección de la infancia. «Un mena tiene la doble condición de ser un menor privado de su medio familiar y, por tanto, merecedor de protección, pero además es un potencial extranjero irregular. La competencia legislativa europea compete solo a emigración, no podemos esperar una legislación protectora por parte de la UE», concluye.

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