Las elecciones del miedo no asustan en Bruselas
El Periodico, , 07-04-2014¿Cabe en la Unión Europea un país en el que sus ciudadanos callan por miedo a perder el trabajo o sufrir otras represalias si critican al Gobierno, aunque sea ante un periodista extranjero o para responder a un sondeo de opinión? ¿Cabe en la UE un país que hace apenas cinco meses erigía una estatua al almirante Miklós Horthy, el aliado de Hitler que gobernó Hungría durante la segunda guerra mundial y colaboró en la deportación de judíos de su país (600.000 húngaros murieron en los campos de exterminio)? ¿Cabe en la UE un país cuyo Gobierno, mediante la aprobación desde el 2010 de 850 leyes y la modificación de la Constitución, ha erosionado gravemente la separación de poderes, que es la base sobre la que descansa el Estado de Derecho, y ha recortado las libertades, como la de prensa? ¿Cabe en la UE un país que rechaza lo que considera la «dictadura» de Bruselas para entregarse al abrazo energético total de Rusia que, además de ser su proveedor de gas y petróleo, le financiará dos nuevos reactores nucleares? Por lo visto cabe. Ha habido quejas en privado y algunas públicas como las de la siempre combativa Viviane Reding o Guy Verhofstadt, de Los Verdes o del bloque socialista. Pero el Partido Popular Europeo (PPE) al que pertenece Fidesz, la formación que gobierna en Hungría con Víktor Orban al frente, ha desechado cualquier intento de invocar el artículo 7 del Tratado de Lisboa. Dicho artículo establece la suspensión del derecho a voto de un país en el Consejo Europeo si existe «un riesgo claro de violación grave» de los valores comunes que son: «Respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de derecho y respeto de los derechos humanos». Correligionarios en el PPE como la Unión Cristianodemócrata de Angela Merkel, el PP de Mariano Rajoy o Unió, de Duran Lleida , no ven motivo de alarma. Andras Schiff, el pianista más grande que Hungría ha dado al mundo después de Bela Bartok y Zoltan Kodaly , muy crítico con el Gobierno de Víktor Orban, manifestaba hace pocos meses su preocupación no solo por la política del Gobierno. Le alarmaba la falta de coraje cívico, el miedo de los húngaros a hablar. Pero el músico vive en Londres. Por el contrario, sus compatriotas más críticos viven entre el miedo a infringir o incluso a desaprobar unas leyes que el rodillo de Fidesz ha impuesto, y la amenaza de algo peor, el radicalismo racista, xenófobo y violento de los neonazis de Jobbik. Los votantes de Fidesz, por el contrario, están encantados con un partido que para definir al país pone en primer plano las raíces cristianas, abjura de su sometimiento histórico a los imperios otomano y habsbúrgico, y reivindica las fronteras anteriores al Tratado de Trianón (1920) por el que Hungría perdió dos tercios de su territorio, y lo hace mediante la concesión de ciudadanía -y por tanto de derecho a voto- a aquellos magiares que viven en los países vecinos. Además, han visto reducidas muy considerablemente sus facturas domésticas. Así se ganan elecciones. PERIODISTA….
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