"Pakistandik gatoz eta Bergaran bizi gara"
kaza y ajmal partieron de su país "tras una vida mejor" y recalaron en euskadi, donde conviven 4.148 paquistaníes
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 06-04-2014“En Pakistán la vida es muy difícil; cuando yo llegué en 2002 aquí había mucho trabajo” “Quiero traer a mi mujer y mis cinco hijos; Bergara es un buen sitio para quedarnos a vivir”
La inmigración paquistaní ha crecido de forma importante en la CAV en los últimos años hasta el punto de convertirse en la segunda comunidad asiática con mayor presencia después de la formada por los chinos. Según un informe del Observatorio Vasco de Inmigración, actualmente residen en Euskadi 4.148 paquistaníes. El documento destaca el peso de este colectivo en Gipuzkoa y especialmente en algunos municipios de la comarca de Debagoiena. Y advierte de que “a corto y medio plazo supondrá un reto de cara a la integración por la diversidad cultural y religiosa”. Añade el Observatorio que se sienten más integrados que los chinos, pero su vulnerabilidad social es mayor. La crisis de la construcción les ha dejado sin trabajo a muchos y solo un 56,5% está en situación regular.
NOTICIAS DE GIPUZKOA ha contactado con dos de ellos, Kaza y Ajmal. El primero está en situación regular y vive con su familia en Bergara, mientras que el segundo confía en lograr los papeles en breve, ya que pronto cumplirá tres años empadronado en Gipuzkoa. Su sueño es poder traer a su esposa y cinco hijos. “Es mejor la vida aquí. A mí me parece este un buen sitio para quedarme a vivir”, asegura.
Mientras hablamos con ellos frente a la iglesia de Santa Marina, en un banco cercano se sientan otros cinco paisanos a los que conocen de juntarse cada viernes para rezar en la mezquita de la calle Zubiaurre.
Ajmal y Kaza son amigos. Viven en el mismo bloque, en pisos distintos. El primero, en situación regular desde hace años, vive en Bergara desde 2008 con su mujer y cuatro hijos. El segundo tiene que residir con un amigo para pagarse el alquiler a 6.500 kilómetros de su familia. Ambos se encuentran en desempleo pero destacan de Euskadi la garantía que les ofrecen las “ayudas” sociales, su “buena gente” y la “seguridad”, algo que echan de menos en su país, donde te pueden quitar la vida “por quince céntimos”.
Llegan de su país sin dinero porque “allí no hay trabajo, ni electricidad todos los días y falta seguridad. La vida es muy difícil”, narra Kaza. Por eso hicieron las maletas. Cajas y cajas, recuerda, entre lo que trajeron semillas de frutas y hortalizas para sembrar y consumir aquí.
Kaza lleva trece años instalado en Bergara, una localidad que conoció porque un primo, Abdul, estuvo viviendo allí antes que él y le habló de su “buena gente y las oportunidades de trabajo” que había.
“Aquí hay buena gente”
Sus otros cinco hermanos están instalados en el Estado español, la mayoría en Toledo, aunque el menor de todos ahora está con él. Kaza, que domina el castellano con fluidez, abandonó Pakistán en busca de una vida mejor para trabajar en las minas de carbón en León, en 1999, donde varios habitantes de su pueblo, Puran, ya habían comenzado a llegar en 1974 para, luego, ya jubilados, regresar a su país. Pero a Kaza le pilló de lleno la crisis minera y se fue a Toledo. Trabajó de temporero en el campo y también en una fábrica de muebles que cerró en 2001.
Fue entonces cuando Abdul le habló de Bergara. Llegó en 2002. Según recuerda, había mucho trabajo. Estuvo empleado en una fábrica de automoción de Aretxabaleta que luego cerró en 2005. Luego empezó a “trabajar en el Ayuntamiento de Bergara, en la construcción”. Logró los papeles y finalmente se trajo a su familia en 2008. Ahora todos tienen nacionalidad española menos su mujer, que la tendrá cuando lleve viviendo diez años aquí.
En su país, donde cursó estudios de electricista, nunca trabajó. “Allí el trabajo que hay se centra en el campo, pero muy mal pagado”, dice este padre de familia de 40 años.
Según explica, aquí vive “muy bien”. Dos de sus cuatro hijos: Shehir – Bano (11 años), Ariba (9), Abdul – Moiz (3) y Manaf (1), los dos varones y los más pequeños, nacieron en Bergara. El menor cumplió un año el 28 de marzo. Todos estudian en la escuela pública San Martín de Bergara.
La mezquita y el criquet
La situación de Ajmal es peor. Sueña con poder traer a Bergara algún día a su esposa, Samita Ajmal, y sus cinco hijos: Asma, la mayor (13 años) y los cuatro varones, Uzair, Abdul Raffay, Abdul Wassay y Abdul – Naffay. Todos ellos viven con su madre en Rawaldini, una ciudad cercana a la capital Islamabad. Solo habla con ellos una vez a la semana por teléfono y no más de media hora porque sale “muy caro”.
Traerlos, si algún día logra los papeles, le costará mucho. Entre 600 y 700 euros es lo que vale cada billete de avión. El viaje le podría costar a su esposa y cinco hijos al menos 3.500 euros. Trata de ahorrar lo que puede de su paga. Es muy austero.
Al pequeño, de seis años, apenas lo conoce porque nació cuando él se fue en busca de una “vida mejor” a Londres, siempre con la intención de algún día llevarse a los suyos. Pero allí, dice, “papeles muy difícil y muchos problemas. Entonces, tengo un amigo que me dice para venir aquí”, explica. A Elgoibar primero y a Bergara luego, donde reside.
Es un manitas de la infomática y está apuntado a clases de castellano y euskera. “Zer moduz, nire izena Ajmal da, Bergaran bizi naiz eta Pakistandik nator”, suelta.
“Necesito un trabajo. Ahora lo difícil es tener un contrato. Muy difícil”, lamenta Ajmal, de 41 años. También para otros muchos paisanos. Entre tanto, se reúnen los viernes en la mezquita y disfrutan de jugar al criquet en Bergara los fines de semana que hace bueno. “Vienen paisanos de Mondragón”, donde “hay mucho paquistaní”, dicen: “Más que en Bergara”.
en cifras
4.148 paquistaníes. Los inmigrantes de Pakistan son ya la segunda comunidad asiática más importante en la CAV tras la china (5.280 personas). Según el Observatorio Vasco de Inmigración, los Paquistaníes tienen un mayor peso en Gipuzkoa. El estudio revela que en algunos municipios guipuzcoanos este aumento de población supondrá un reto de cara a la integración debido a la diversidad cultural y religiosa.
Viven de alquiler. El 86% viven de alquiler y la crisis está haciendo mucha mella en ellos. Muchos trabajaban en la construcción y los que tienen empleo en la actulidlad desempeñan su labor en le sector servicios. Nuestros dos protagonistas se encuentran ahora en paro, como muchos de sus conciudadanos. Las ayudas sociales les permiten vivir aquí con una dignidad y seguridad que dicen no tener en su país.
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