Hace medio siglo, en 1964, el presidente Lyndon B. Johnson se enfrentó a gran parte de su partido a costa de la legislación de los derechos civiles.

LUCY NICHOLSON / REUTERS Hazel García, de seis meses, mordiendo un folleto del Obamacare en Cudahy, California

Las heridas de aquella lucha interna entre demócratas todavía supuran ahora que se festeja el 50 aniversario de la ley que equiparó a blancos y los negros. ¿Alguien se imagina Estados Unidos sin la ley que acabó oficialmente con su particular apartheid?

En Broadway se representa All the way (Todo el camino), obra en la que se relata cómo Johnson –encarnado por Bryan Cranston– negoció, a menudo con malas artes, para sacar adelante esa regulación. “He ganado, pero los demócratas hemos perdido los estados del sur”.

Todavía hoy el sur, que fue cuna del Partido Demócrata, sigue siendo un granero republicano.

Quién sabe si en el 2064 el presidente Barack Obama jugará el mismo papel que LBJ, pero en el terreno del acceso a una sanidad universal o de corte europeo.

Algunos expertos han aparecido por los medios defendiendo que los candidatos demócratas ya no se han de avergonzar de la Obamacare o reforma sanitaria. No han de considerarlo un argumento perdedor porque esta noche, cuando se cierre el plazo de adscripción, más de seis millones de personas habrán suscrito una póliza. Los que no las tengan se enfrentan a sanciones.

El listón de los seis millones, el objetivo fijado, se superó el jueves. “No puedo hablar más que de éxito”, dijo ayer Kathleen Sebelius, la secretaria de Sanidad.

Sebelius estuvo en la picota el pasado otoño cuando se abrió el plazo. En el país de Silicon Valley, el programa informático que dispuso la administración federal se convirtió en noticia por pésimo funcionamiento. La Casa Blanca anunció el pasado martes la prorroga del plazo para los perjudicados por esos fallos.

Las sombras aún se ciernen sobre el legado de Obama. Se desconoce cuántos de esos siete millones carecían antes de seguro médico. Se lamenta que muchos jóvenes, sintiéndose indestructibles, hayan optado por darle la espalda a la reforma. Y se ha constatado que los latinos, temerosos de las deportaciones en masa del presidente, han optado por no acceder a las pólizas. Si bien sólo el 38% apoya la reforma, la tendencia a favor va al alza día a día.

Esta ley ha sido piedra angular de los conservadores, fuelle primordial del Tea Party. En un Congreso bajo su dominio, se han producido 50 votaciones rechazando la nueva sanidad. En noviembre podrían ganar la mayoría en el Senado. Si tienen todo el Capitolio controlado, ¿intentarán revocar la Obamacare? Los analistas creen que, a la vista del número de adscripciones, los republicanos lo tiene difícil.