A FONDO ROGER
La sanidad, otra vez
El Día, , 30-03-2014S
e hace absolutamente necesario que el Gobierno de Canarias varíe el actual rumbo de la sanidad. Porque estamos cayendo en situaciones que no se daban desde hacía muchos años: unas listas de espera desbordadas, miles de extranjeros que abandonan la caótica situación de sus países y su pésima calidad asistencial para programar aquí sus intervenciones, hurtando camas a los canarios, falta de presupuesto, etcétera.
Que nadie interprete esto como xenofobia sanitaria, pero es que somos nosotros los que costeamos estos servicios y queremos que sean nuestros y para nosotros.
Las listas de espera se han desbordado en la cantidad y en el tiempo. No hay derecho a que tengan que aplicarse esos márgenes de tiempo para pruebas que son vitales para la vida. No es de recibo el colapso en las urgencias y, como consecuencia de la masificación, la atención no adecuada a pacientes que acuden a estos servicios.
Nosotros tuvimos, en tiempos, una sanidad modélica que era envidia de toda España. Y ya no la tenemos. Había un concierto racional con clínicas privadas y todo funcionaba muy bien, hasta que caprichos de gobernantes – no vamos a señalar a nadie, porque los culpables somos todos – y las consiguientes restricciones económicas lo han puesto todo patas arriba.
Sabemos que este es un pueblo sanitariamente mal preparado, que no suele escuchar las recomendaciones que se le hacen, que acude a urgencias hospitalarias en vez de a los centros de salud para incidencias fácilmente resolubles en dichos centros. Se trata de un problema cultural de difícil solución mientras no se cambien desde el origen hábitos viejos. Pero ello no obsta para que se le meta mano urgentemente a una solución de nuestro sistema público de salud, antes de que sea demasiado tarde.
El colapso de las urgencias en los grandes centros que se ha producido esta misma semana es la consecuencia de que algo se está haciendo mal. Porque este colapso focalizado en las urgencias perturba por completo la posterior organización hospitalaria: cierra quirófanos, ocupa camas, impide las intervenciones programadas, alarga más las listas de espera; un desastre absoluto.
Es obligación de los gobernantes canarios acometer con urgencia la solución del problema. Repetimos que la tiene y que se hace preciso acudir a fórmulas imaginativas para variar el rumbo de nuestra sanidad pública.
Porque, a lo peor, a los actuales responsables sanitarios los árboles no les dejan ver el bosque. Es preciso buscar nuevos caminos para la sanidad pública canaria. Porque estamos hablando de salud; es decir, estamos hablando de la vida.
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