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Francisco y Obama, cumbre de liderazgos

La Vanguardia, , 28-03-2014

Dos de las figuras más carismáticas de la actualidad constataron ayer sus acuerdos y diferencias. Las dos figuras más carismáticas de la escena internacional se reunieron ayer por primera vez. Barack Obama, el presidente de Estados Unidos que rompió el tabú racial, rindió visita a Francisco, el primer papa latinoamericano. Entre ambos hubo exquisitez diplomática y constataron análisis convergentes en el ámbito socioeconómico, pero también afloraron las serias diferencias que separan a la Casa Blanca y a la Iglesia católica en cuestiones éticas y de moral sexual.
PABLO MARTINEZ MONSIVAIS / AP
El Papa recibió al presidente Barack Obama en su biblioteca privada, en el Vaticano, en un encuentro de algo más de 50 minutos
La primera impresión del encuentro fue forzosamente anecdótica. A Obama se le veía feliz. Arrimarse a un personaje tan popular como Jorge Mario Bergoglio siempre puede dar rédito a un político que no pasa por su mejor momento y que, pese a no poder aspirar un tercer mandato, sí quiere evitar una derrota en los comicios legislativos parciales del próximo noviembre que lo convertiría en el fatídico lame duck (pato cojo), un presidente desautorizado y zarandeado por un Congreso hostil.
El líder norteamericano confesó a Francisco, nada más estrecharle la mano –y cuando el pool de periodistas aún estaba presente en la biblioteca privada del pontífice– que es un gran “admirador” suyo y que conocerlo en persona es algo “maravilloso”. Al Papa, siempre incómodo cuando le toca ejercer de jefe de Estado, se le vio algo serio, pero intentó comunicarse en su precario inglés y en castellano.
La prensa sólo volvió a tener acceso al final de la entrevista, con ocasión del preceptivo intercambio de regalos. Lo más sobresaliente fue la caja con semillas –crecidas en el huerto de la Casa Blanca– que Obama regaló al Papa para que se planten en los terrenos de la residencia de Castel Gandolfo, cuyos jardines han sido abiertos al público, por voluntad de Francisco, que es un adicto al trabajo y ha renunciado, de momento, a periodos de descanso en la finca pontificia.
La sustancia real del encuentro comenzó a conocerse cuando el Vaticano emitió su comunicado, un par de horas después. No suele ser un puro formalismo. En sus matices, en sus afirmaciones y omisiones, la Santa Sede da las pistas de interpretación precisas. A veces basta un adjetivo o una palabra. Entre los vaticanistas, sobre todo los estadounidenses, había expectación por comprobar si aparecían los aspectos conflictivos de la relación bilateral, en especial la feroz oposición de los obispos estadounidenses a algunos aspectos de la reforma sanitaria –ya bautizada como Obamacare– que obligan a instituciones católicas a pagar a sus empleados un seguro médico que puede incluir el coste de procedimientos de esterilización, anticonceptivos y la píldora abortiva.
Los desencuentros si estuvieron presentes en el comunicado, de modo claro, al afirmar que se habló de “cuestiones de especial relevancia para la Iglesia del país (EE.UU.), como el ejercicio de los derechos a la libertad religiosa, a la vida y a la objeción de conciencia, así como de la reforma migratoria”. Una de cal y otra de arena. Salieron los conceptos clave de “libertad religiosa”, “vida” y “objeción de conciencia”. Había quien no esperaba un espaldarazo tan enérgico a los obispos estadounidenses en su pulso con la Casa Blanca y en su pretensión de que el Tribunal Supremo –a donde ha llegado el pleito– les dé la razón. Sí lo hubo. De no haberlo hecho, una parte significativa de la comunidad católica estadounidense se habría sentido abandonada por Roma. Para compensar la Santa Sede destacó la cuestión de la reforma migratoria, en la que la jerarquía católica estadounidense coincide con los deseos de Obama de hallar una vía de legalización para millones de inmigrantes, que son latinoamericanos en su mayoría y católicos.
El Papa y Obama repasaron la actualidad internacional y, según la versión del Vaticano, “auguraron para las áreas de conflicto el respeto del derecho humanitario y del derecho internacional”, así como una “solución negociada entre las partes implicadas”. Hubo también una referencia al compromiso común para erradicar la trata de seres humanos, una lacra que inquieta mucho a Francisco.
Obama, en la rueda de prensa que ofreció tras su entrevista con el primer ministro italiano, Matteo Renzi, puso énfasis en la parte de su conversación con el Papa sobre la lucha por la justicia social y las desigualdades, y trató de minimizar las diferencias sobre cuestiones éticas y la aplicación de la reforma sanitaria. De hecho, dijo que eso se trató, sobre todo, en la charla que mantuvo luego con el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin.
Tras abandonar la Santa Sede, se inició la jornada italiana de Obama. Compartió un almuerzo con el octogenario presidente Giorgio Napolitano, por quien tiene una devoción filial, y luego se entrevistó con Renzi. Éste buscaba el abrazo moral y político de Obama. Y lo obtuvo con creces. En su comparecencia conjunta ante la prensa, el presidente estadounidense dijo sentirse “impresionado por la energía y la visión” de su anfitrión, por su empuje reformista. Renzi estaba radiante. Rendido ante su huésped. dijo que su “Yes we can” (sí podemos) del 2008 lo aplica él ahora en Italia, para cambiarla a mejor.

Obama visitó luego el Coliseo. “Increíble, más grande que un estadio de béisbol”, comentó. Hoy abandonará Roma, que seguirá caótica, pero menos blindada.

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