La coalición de Angela Merkel ha cumplido esta semana sus primeros 100 días de Gobierno con una polémica propuesta: expulsar a los inmigrantes europeos que en un plazo de seis meses no hayan encontrado trabajo en Alemania. El informe, elaborado por expertos, ha sido presentado en Berlín por el ministro del Interior, Thomas de Maisière, y la titular de Trabajo, Andrea Nahles.

La propuesta tiene título y hasta ocho apellidos: Cuestiones jurídicas y desafíos en el uso de los sistemas de Seguridad Social, por parte de los nacionales de los Estados miembros de la UE.

He estado dándole muchas vueltas al asunto, y al final he llegado a una conclusión: la medida puede que funcione en la República Federal Alemana, pero en el Estado español es totalmente imposible. Y no crean que me he rendido a la primera, ni a la segunda… Incluso he hecho varios curiosos ensayos, pero nada. Por ejemplo, he intercambiado el nombre de Berlín por el de Madrid a ver si así funcionaba, y no. Las Cortes, por el Bundestag; los Parlamentos Autonómicos por los Landtags, la Constitución española de 1978, por la Grundgesetz de 1949; el Estado Autonómico, por el Estado Federal democrático, y tampoco. Los partidos políticos españoles por el CDU/CSU, el SPD, Die Linke o la Bundnis 90/Die Grüner, y quita, quita, no va. He canjeado los nombres de Rajoy, Rubalcaba y compañía, por el de Angela Merkel, Joachim Gauck, Signar Gabriel y Horst Sechofer, pero créame no es lo mismo. Intenté una permuta proporcional de Urdangarin, Bárcenas, la red Gürtel, etc. por sus correspondientes germanos, pero no encontré ninguno tan golfo. Lo de gürtel sí les sonaba, pero era otra cosa. Tampoco tienen en Alemania reyes, ni príncipes, ni infantas, allí fue algo del pasado.

Pues, después de esta exhaustiva investigación, he sacado dos conclusiones. La primera, que los alemanes son un mundo, y los españoles, las antípodas. Las cosas no cambian solo porque se truequen los nombres. Es algo mucho más profundo, más de epidermis, de cultura generacional. La segunda, que si se aplicara la medida de los expertos alemanes en España (la del título y los ocho apellidos), en la piel de toro, no quedaban más que unos cuantos.

Los cinco millones y pico de parados que señala la EPA tendrían que hacer la maleta (de madera por supuesto, amarrada con una guita) y buscar alojo en algún país tercermundista distinto de España. Creo que algo queda todavía por África, Indonesia, el Magreb o qué sé yo. Un consejo: que no vayan por Sudamérica, que aquellos países ya tuvieron bastante desde 1492 y sucesivos. Además, es que los expertos alemanes tienen mala baba. En el informe dan a los parados un plazo de tres a seis meses. Fíjense que digo meses, y no años. En España, ningún desempleado tiene esperanzas de encontrar trabajo antes del lustro o la década, y si me apuran, el siglo… Pero, es que si se ponen estrictos tendrían que irse de todas las autonomías, porque todas superan el 20% de parados, solo mantienen una tasa inferior vascos y riojanos.