BALANCE DE UN PROYECTO SOCIAL EN CIUTAT VELLA
La esperanza del Gòtic
La Fundació de L’Esperança ofrece talleres de inserción laboral y de crianza compartida a familias desfavorecidas. En seis meses han atendido a 770 personas y a 256 familias
El Periodico, , 27-03-2014Hajar y su marido son novios casi desde niños. Él se crió en Barcelona, pero cada verano volvía a su pueblo natal, en Marruecos, donde Hajar le esperaba, hasta que se casaron hace seis años y se instalaron de forma definitiva en Ciutat Meridiana. «En mi país, estaba acostumbrada a entrar y salir. A hacer mi vida. Al llegar aquí me sentí muy sola. Mi marido es camionero y está todo el día fuera, y yo me pasaba el día sola, encerrada en el piso», explica la joven, con 27 años y un niño de tres. Lo cuenta sonriente. Se muestra contenta. «El nombre de la fundación es muy acertado. Realmente nos da esperanza. Aquí volvemos a creer que hay futuro», añade la joven, alumna de un curso de auxiliar de venta de la Fundació de l’Esperança, centro comunitario de acción social de la Obra Social La Caixa en el barrio Gòtic, que ayer hizo balance de las actuaciones realizadas en sus primeros seis meses de existencia.
A la joven le habló del centro, en la calle de la Palma de Sant Just, la tía de su marido, vecina de Ciutat Vella. «No me importa que sea en la otra punta de la ciudad. Al contrario, así la conozco. Cada día vengo por un camino distinto», cuenta la joven, quien habla inglés y francés, además de árabe y ahora castellano. «Venir aquí no solo me hizo salir de mi casa; hemos hecho muy buena relación con el grupo», prosigue Hajar, convencida de que encontrará trabajo al finalizar el curso y las 300 horas de prácticas. Además de trabajar como dependienta, para lo que se está formado ahora, estos meses en la fundación le han servido a Hajar para darse cuenta de que quiere estudiar para ser mediadora. Es consciente de que hay muchas mujeres en la situación en la que se encontraba ella antes de acudir al centro, y quiere ayudarlas. «El otro día, en la puerta del colegio, hablé con una madre también marroquí que lleva siete años en Barcelona. Me contaba cómo se sentía, aislada en casa, y sentí como si estuviera hablando de mí. Todo lo que me contaba que le pasaba era exactamente lo que me pasaba a mí. Le dije que viniera aquí y el mes que viene empieza el curso de auxiliar de venta», prosigue sin dejar de sonreír.
Hajar es una de las 770 personas atendidas en estos seis meses por la Fundació de L’Esperança, por la que han pasado 256 familias, sobre todo vecinas de Ciutat Vella, donde se ubica el centro, pero no solo. De estas 770 personas, 87 son niños de hasta tres años; 214, de cuatro a 16; 441 adultos y 28 ancianos.
A sus cinco meses, Lina es uno de esos 87 niños. Acude al taller de materno-infantil desde las tres semanas. Es el tercer hijo de Nadia, joven de 29 años, madre también de dos niños de cuatro y siete años. «Me encanta venir y hacerle masajes. Aprendo cosas que no hice con los dos mayores, pero me sirve para aplicarlo con ellos. De otra manera, pero me sirve», cuenta la mujer, madre de la niña más sonriente del taller. «Lo que las madres más valoran es el espacio de crianza. Saber que llegan aquí y dejan todos los problemas fuera. Aquí están ellas y sus hijos. Tranquilas, en armonía», cuenta Núria Alzina, la monitora, quien señala que muchas de las asistentes al taller viven en pisos compartidos con más de una familia, donde es difícil que las mujeres encuentren ese espacio.
Además del taller de materno-infantil, Nadia está haciendo un curso de camarera de hotel en el hotel Pere IV a través de Trini Jove, derivada allí desde L’Esperança. «La clave es escuchar, escuchar y escuchar, lo importante es que la persona que venga se sienta entendida. Les hacemos a todos una entrevista, y a partir de ahí les orientamos y derivamos a los distintos servicios», dice Ofelia Ricciardelli, trabajadora social responsable del centro.
Además de los cursos para acceder al mercado laboral y el servicio materno-infantil, el centro ofrece otros programas, como Aprender juntos, crecer en familia, dirigido a hogares atendidos por CaixaProinfancia que, por distintas circunstancias, necesitan ayuda para llevar a cabo su labor educativa. Su objetivo es fomentar las competencias de los padres y las capacidades de los hijos de 6 a 12 años.
El local del Gòtic también sirve como punto Incorpora, centrado en el fomento de la contratación de personas desfavorecidas, donde se ofrece asesoramiento y acompañamiento laboral.
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