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Baskos de sangre
Deia, , 26-03-2014LA dureza de la emigración comienza con la lucha en su favela. Posteriormente estos hombres y mujeres, tras recorrer miles de kilómetros, se amoldan en pueblos y ciudades. Gente de brega y lucha, nacidos de la tierra que por mil motivos abandonaron sus hogares, jugándose el tipo a una sola carta por un pedazo de pan. Lo tenían claro al dejar a los suyos: integrarse o morir en el empeño. Así de crudo y duro es el drama de la emigración. Y realizaron un titánico esfuerzo para mezclarse en comunidades como Bergara, Elizondo, Gasteiz o Durango. Lo importante era llegar. Y aquí están, aquí viven con nosotros. Constituye especialmente un auténtico reto cuando se trata de personas que, con rasgos distintos al nuestro e idiomas dispares, van ganando el respeto y la amistad de los demás al incorporarse a su nuevo pueblo. Tratamos, en este caso, de un matrimonio chino llegado a Bergara hace quince años, ejemplo vivo del esfuerzo realizado para su integración en el pueblo y que hoy regenta un negocio de hostelería. Ellos adoptaron el nombre de José y Bego y sus hijos, que estudian en la ikastola, son Aitor, Ainhoa, Leire y Oihane que hablan perfectamente el euskera. Bego y José querían ser bergareses y así se manifiestan. En la barra del restaurante no falta el “egun on”, “alatsalde on” o “gabon” a su fiel clientela. Es curioso observar cómo las gentes de lejanas tierras se han integrado antes que los provenientes de regiones del Estado español a los que, supuestamente, se les habría presentado una cuesta tan difícil de superar que han tenido que quedarse en el “buenos días”. José, Bego y su familia, sin embargo, son Txinatarrak, en fin…
Para ellos, para Fercho y Liliana, Cristina, Senia o Tom y cuantos se han jugado la piel en el empeño, va esta cita de Xabier Arzalluz en un mitin dirigido a trabajadores foráneos, en Bergara: “…vosotros también sois vascos de sangre, porque también es sangre el sudor”.
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