Baby White, líder de los Latin
Kings, no tenía ya suficiente con
reivindicar como propias de su
nación calles y plazas de Cataluña,
Madrid, Valencia, Murcia, Andalucía
o Baleares. Óscar P. T., un
catalán de 32 años, decidió que la
banda en la que logró ascender
meteóricamente hasta ser nombrado
Inca Supremo debía abandonar
su etapa adolescente. Se
acabó limitarse a reyertas y caídas
contra sus enemigos Ñetas, Mara
Salvatrucha, Bloods, Trinitarios o
los Dominican Don’t Play (DDP).
Los navajazos no eran rentables.
La entrada en la madurez de la
banda –ordenada a Baby White
por los verdaderos jerarcas del
grupo, los Coronas Supremas establecidos
en Ecuador, entre ellos
el hermano de su mujer Betsy, y
conocido como King Majestic–, se
plasmó en una apuesta por dar el
salto al gran delito. De las palizas
a enemigos y a sus propios miembros
por desobedecer órdenes o
tratar de salir de la banda al trapicheo
de drogas en discotecas y
prisiones. Al tráfico de armas. Al
robo profesionalizado y a la extorsión
violenta. Una ambición que,
finalmente, ha significado no sólo
la desarticulación el pasado 11 de
marzo por parte de los Mossos
d’Esquadra de la facción violenta
liderada desde 2006 por Baby
White –conocida como Almighty
Latin Kings Nation (ALKN)– sino
la justificación de la nueva estrategia
policial contra todas las bandas
que se han acogido a la misma
hoja de ruta empresarial. La
edad de la inocencia de las pandillas
juveniles hace tiempo que se
acabó. Ahora son vistas –y se actúa
en consecuencia– como organizaciones
criminales profesionales.
El hundimiento de la estructura
levantada por Baby White desde
hace nueve años, incluyendo la
detención de sus tres coronas más
próximos, es la última gran demostración
de ello. El operativo
que llevó a la detención de 30
miembros de la ALKN ha dejado
en evidencia un amago de profesionalización
delictiva cercenada
de raíz por los investigadores de
los Mossos. Según relató ayer la
policía de la Generalitat, la banda
había logrado organizar una red
de muleros que traían cocaína
desde Ecuador para, posteriormente,
distribuirla en discotecas y
centros penitenciarios de Cataluña
donde cuentan con miembros
de la banda encarcelados. En mayo
de 2013 detuvieron a uno de
ellos en el país latinoamericano
con 4,1 kilos de droga. En Barajas
(Madrid) se encontraron otros
nueve en manos de otro pandillero.
Un negocio que redondeaban
con los robos con fuerza en viviendas
y comercios y el tráfico de
armas. En los 17 registros realizados
el 11 de marzo en siete localidades
catalanas se encontraron
armas de fuego, así como cuchillos
y catanas. Los detenidos están
acusados de pertenencia a banda
criminal, tráfico de armas y robos
con violencias.
La operación Guillotina contra
la facción más violenta de las tres
con las que cuentan los Latin
Kings en Cataluña –con unos 900
miembros en total, según cálculos
de los Mossos– es, en todo caso, la
última de un listado de golpes que
la policía de la Generalitat estrenó
en 2011. A un primer operativo
contra los Latin Kings –con cuatro
miembros encarcelados– siguieron
las operaciones contra los Trinitarios
–11 de los cuales fueron
encarcelados–; los Black Panthers
–30 detenidos, 24 encarcelados,
entre ellos su máximo líder en Cataluña–
y la más reciente, con 25
Bloods arrestados, entre ellos sus
líderes.
La ofensiva contra las bandas,
en todo caso, no se limita a los
Mossos d’Esquadra, quienes
cuentan con una unidad especializada
en bandas. La Guardia Civil
activó en la madrugada de
ayer un operativo en varias ciudades
españolas contra la banda
Mara Salvatrucha la cual, al cierre
de esta edición, se había saldado
con al menos 15 detenciones
sólo en Cataluña. Fuentes conocedoras
de la investigación
situaron las principales entradas
en Barcelona y su área metropolitana,
aunque el despliegue también
tuvo eco en municipios de
Girona, Alicante o Madrid.