FRANCIA ha registrado un notable avance de la formación ultraderechista Frente Nacional (FN) en la primera vuelta de las elecciones municipales, celebrada el pasado domingo. Esta es la principal novedad de los comicios, que se concreta en el 4,65% de los votos recogidos por este partido, a pesar de que tan sólo presentaba 595 listas electorales sobre un total de 36.700 municipios debido a su escasa implantación local. La otra novedad es el voto de castigo al socialismo, que repercute particularmente en el presidente François Hollande, cuyas cotas de popularidad, antes de que se cumplan dos años de su victoria en las presidenciales del 2012, están en niveles muy bajos. El centroderecha, en suma, se ha hecho con el 46,5% de los sufragios, por un 37,7% la izquierda. Tales resultados son un toque de atención para las dos formaciones mayoritarias francesas, los conservadores de la UMP y el centroizquierda del Partido Socialista, ante las elecciones europeas del próximo mayo, en las que los ultraderechistas parten en condiciones más favorables y pueden obtener mejores resultados.

Al efectuar un análisis territorial de lo sucedido el domingo, llama la atención la creciente implantación del FN en las ciudades del sur de Francia. Por ejemplo, en villas como Perpiñán, Aviñón, Béziers o Fréjus, en las que los candidatos del FN han obtenido algo más que un buen resultado: han sido los que han recibido más votos en primera vuelta. Sin olvidar el caso de Marsella, que con sus 850.000 habitantes es la segunda ciudad francesa, y en la que el candidato del FN recibió el 22% de los votos y superó incluso a su rival socialista (aunque no al conservador).

La fuerza del FN en departamentos como el de Alpes Marítimos, a lo largo de toda la Costa Azul, no es una novedad, y a menudo se ha asociado a la concentración allí de sectores sociales conservadores, de ciudadanos retirados y muy celosos de su estatus. Sorprende algo más, aunque tampoco es nuevo, su progreso en poblaciones como las mencionadas, donde debe relacionarse con fenómenos como la emigración, la crisis y el paulatino trasvase del voto de los sectores de extracción popular y obrera, que antaño apoyaban a partidos de izquierda, hacia formaciones de ultraderecha.

Probablemente, el sistema electoral francés atenuará el próximo domingo en segunda vuelta el éxito frentista de anteayer en la primera. Pero, en cualquier caso, no es una buena noticia que el Frente Nacional, que alardea de planteamientos antieuropeístas y próximos a la xenofobia, avance, ni que lo haga con especial intensidad en la vecina Francia meridional.