EL MIRADOR
Viva España, más o menos
Aquí no se quiere a los subsaharianos por la misma razón que los catalanes no quieren a los españoles
Diario Sur, , 20-03-2014Los quinientos inmigrantes que el martes saltaron la valla se dirigieron por sí mismos al Centro de Internamiento gritando ¡Viva España! ¡Viva España! Desde los coros de Manolo Escobar, no se oía tantas veces ese estribillo. Los saltadores se recluyeron disciplinadamente mandando un mensaje peculiar de orden y patriotismo. El caso es que no hay muchos españoles capaces de eso. En este país anarcoindividualista empieza a ser una rareza la gente que dice ‘Viva España’ más allá de la fase final de los torneos de fútbol. Aquí ante el IRPF o una multa de tráfico ya nos estamos ciscando en Vespasiano, Frindibaldo, Witiza, Muza, el Cid, Isabel, Fernando, el Conde Duque, Godoy y de corrido hasta Zapatero y Rajoy. Y esa gente, en cambio, cree que éste es un gran sitio por el que jugarse la vida para venir.
Así está esto. Hay quienes tratan de entrar en España para ser españoles y quienes tratan de salir para dejar de ser españoles. El sondeo de la Generalitat da mayoría absoluta en Cataluña a los partidarios de irse; y en los alrededores de Ceuta y Melilla, los aspirantes a venir también son mayoría absoluta. España parece como un castillo asediado: dentro la frustración invita a muchos a querer irse; fuera la ilusión invita a muchos querer entrar. Parece de locos: catalanes que disfrutan de un bienestar como nunca y una autonomía única en Europa, andan puteando a España; y los inmigrantes frenados con cuchillas y antidisturbios, expuestos a heridas irreversibles o morir ahogados, gritan ¡Viva España!. Su visión del país quizá sea más naif que un anuncio navideño de Campofrío, pero demuestran creer en España. Eso, por cierto, es lo que el Gobierno anda reclamando.
Aquí no se quiere subsaharianos por la misma razón que los catalanes no quieren a los españoles, o los alemanes a los países del sur: el temor económico. Así que más vale que España vuelva a ir bien, no vaya a terminar habiendo concertinas en los Pirineos o los Alpes. En definitiva el tráfico va siempre de un lugar peor a uno mejor; y quizá éste no será un sitio mejor siempre. Por demás, las fronteras no se pueden abrir de par en par, claro está, pero al menos convendría no ver a los inmigrantes como enemigos. A diferencia de esos nórdicos o anglosajones que se compran una casa frente al mar pero no aprenden el idioma y siempre mirarán a España como un parque temático tercermundista, ellos ponen su fe en el país, trabajan a destajo, van incluso a la guerra y dicen ¡Viva España! con una sonrisa hasta currando en los semáforos. Se hace difícil aceptar que ellos son una amenaza mientras hay que dorar la píldora a tipos como Homs o Tardá, o el propio Mas, con su arsenal cotidiano de insultos contra España para provocar tensión. Algo no encaja. Quizá la sensación incómoda de enfrentarse a unos por no querer vivir con nosotros y a otros por querer hacerlo.
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