Melilla lleva mucho tiempo conviviendo
con la presión constante que
ejercen los inmigrantes. Pero la situación
que vive desde que empezó
2014 es más grave que lo que se había
visto en los últimos años. Así lo
constata el Centro de Estancia Temporal
de Inmigrantes (Ceti), a punto
de reventar por la sobreocupación, y
así se ve en las estadísticas. El contador
de la inmigración clandestina se
ha disparado de tal manera que Melilla
ya acumula en dos meses y medio
casi la mitad de los sin papeles
que llegaron en todo el año pasado.
Y eso que 2013, como los tres ejercicios
anteriores, terminó con un aumento
en las entradas irregulares.
Todo hace indicar que 2014 finalizará
con una tendencia al alza. Lo
que está por ver es si la subida formará
una línea ascendente imposible
de digerir, como parece que ocurrirá
si nadie pone remedio a la extrema
presión actual, que ya está
revolucionando los datos. Cuando
no se ha cumplido ni el primer trimestre
del año, a Melilla han conseguido
acceder contraviniendo la Ley
de Extranjería 1.080 inmigrantes. Esto
supone el 43,2% de todos los que
entraron en 2013, que cerró sus estadísticas
el 31 de diciembre rozando
los 2.500, tras una subida del 14,3%.
La dimensión del problema se ve,
sobre todo, al comparar lo que hay
ahora con lo que ha habido desde
que arrancó el milenio. Los datos de
estos primeros 72 días de 2014 han
superado ya a los de ocho años completos
desde 2002. Sólo se han registrado
cifras mayores en 2005, el año
de la crisis de las vallas, y en los tres
últimos. A 2005 parece complicado
arrebatarle el récord de 3.245 inmigrantes
que ostenta. Pero no es imposible
si se tienen en cuenta dos
cuestiones. La primera, que en Marruecos
y Mauritania esperan 80.000
sin papeles para dar el salto, según
asegura el Ministerio del Interior. Y
la segunda, que algunos ya comparan
lo que está ocurriendo con lo que
pasó entonces, cuando las imágenes
de cientos de personas tratando de
pasar dieron varias vueltas al mundo.
La subida se frenó casi en seco
gracias a las medidas que el Gobierno
de Zapatero puso en marcha,
dando más dinero a los países de origen,
duplicando la altura de las vallas
y reforzando su seguridad con
kilómetros de concertinas y un entramado
de alambres llamado sirga
tridimensional. De los 3.245 inmigrantes
de 2005 se bajó el año siguiente
a solo 655, casi cinco veces
menos, porque la valla se convirtió
en infranqueable y los subsaharianos
se fueron a Canarias en los cayucos.
Y así se mantuvo la situación
hasta 2010, el año en que la valla volvió
a registrar nuevos saltos, aunque
su altura fuera de seis metros, en lugar
de tres como en 2005.
Pero los intentos esporádicos se
tornaron en una constante hace justo
un año. Desde entonces, el Ministerio
del Interior reforzó la dotación
de la Guardia Civil con medio centenar
de antidisturbios y un helicóptero,
lo que no impidió el arranque frenético
de 2014. Más de la mitad de
los 1.080 –casi 600– que han llegado
en estos dos meses y medio lo ha hecho
a través de la valla en los ocho
saltos masivos registrado. Parecen
muchos, pero no lo son en comparación
con los 4.150 que lo han intentado.
Además, otros 122 han llegado
en seis pateras y otros 368 han entrado
por la frontera con pasaportes falsos
o escondidos en dobles fondos
de vehículos. El ministro Jorge Fernández,
volvió a insistir ayer en la
necesidad de alcanzar un Pacto de
Estado y de obtener más ayuda de la
UE. «Pero es difícil que la inmigración
se aborde como una política europea
si no somos capaces de ponernos
de acuerdo en España», apuntó.