Desbordados por los saltos
Abortan un salto de 200 inmigrantes en Melilla
La Voz de Galicia, , 17-03-2014Teo charla a la sombra de los árboles que hay a la entrada del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla. Es de Mali, hace un par de semanas saltó la valla y, después de haber pasado por comisaría para que le abrieran un expediente de expulsión, aguarda su turno para ser enviado a la Península. «Tengo un primo en Alemania y ahí es adonde quiero ir», dice este joven de 23 años que estudiaba Medicina en su país. No lleva mucho esperando. Otros cuentan ya su estancia por meses en un centro desbordado por los saltos en masa – cuando son de más de 25 personas – producidos en las últimas semanas en la frontera de Melilla. El miércoles pasado había registradas 1.272 personas, la capacidad es de 480. El jueves un avión partió hacia la Península con un grupo, pero el CETI permanece saturado. «Antes veías que había traslados más frecuentes, en barco y avión, pero ahora debe ser que no hay presupuesto y parecen más espaciados», comentan en Melilla. Porque los billetes los sufraga el ministerio, lo mismo que los taxis para llevar a los inmigrantes que resultan heridos tras saltar la valla. «Cada vez que tengo que llevar a alguien al hospital me abonan diez euros», comenta un taxista.
Hay tanta gente que los militares han tenido que instalar tiendas de campaña. El entorno de ese recinto de régimen abierto con vistas al campo de golf también está lleno de gente. Hay morenos, sirios, argelinos, algún marroquí… Chicos jóvenes que conversan, madres que pasean a sus pequeños en carritos, hombres que descansan tirados en el suelo.
Las familias sirias que entran en Melilla son cada vez más numerosas. Vienen padres, hijos… Hombres con varias esposas. Una mujer se lamenta de que al llegar la han separado del mayor de sus hijos. «¿Por qué ocurre eso? ¿Por qué? El otro día ella llegó aquí llorando por eso», pregunta otro sirio que chapurrea en español algunas palabras. El caso es extraño. A los niños que vienen con sus padres no se les separa de ellos porque, como explican fuentes de la Delegación del Gobierno, solo aquellos que vienen solos van al Centro de Menores.
De repente un grupo de personas se agolpan junto al torno de entrada. Y unas jóvenes salen al exterior vestidas con una equipación de fútbol. «Es el equipo femenino del CETI», dicen unos chicos que están fuera. Es una de las fórmulas que tienen para que los días no se hagan tan largos. Teo va a ir a ver el partido. Otros compañeros se lo perderán. Han bajado a la ciudad a trabajar. En los aparcamientos o limpiando coches. Es su modo de ahorrar algo.
así es la vida en los centros de estancia temporal de inmigrantes
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