Literatura / Una novela de ‘afropolitanos’

«No me siento de un lugar, sino de un tiempo»

Taiye Selasi, de origen africano y criada en EEUU, debuta con ‘Lejos de Ghana’

El Mundo, P. UNAMUNO MADRID , 08-03-2014

Si algún complejo tiene Taiye Selasi es el de superioridad, que entre bromas atribuye a la patria de su madre nigeriana. Ella representa a una generación de personas originarias de África, cosmopolitas y políglotas (los afropolitanos) que poco tiene que ver con el cliché del pobre africano que sigue vigente en muchos lugares del mundo.

Lejos de Ghana (Ediciones Salamandra), la primera novela de Selasi, retrata a una familia que, como hizo la suya, deja en parte su África natal para establecerse en Estados Unidos. Algunos personajes del libro son de los que se sienten obligados a aclarar: «Soy africano, pero soy listo». Selasi, de padre ghanés, nacida en Londres y criada en Massachusetts, explica que «en esta parte del mundo se piensa que el continente africano es una entidad única, monolítica, que puede ser reducida a una voz, a una imagen, a un grupo de problemas: pobreza, hambre, guerra civil», y a una sarta de adjetivos: «Polvorienta, irrelevante, condenada».

De ahí que, «para un joven de origen africano en cualquier lugar del mundo, esa percepción errónea o sesgada puede ser una fuente no sé si de complejos, pero sí de vergüenza», explica.

El arte de Selasi es el de los paréntesis, los incisos, las pausas en la acción de la novela. Es ahí donde la escritora retrata con enorme perspicacia cómo los americanos, «con sus dentaduras blancas y su leche de vaca», sólo son capaces de concebir, por ejemplo, la mortalidad infantil «en forma de cifra, de estadística»; en plural, jamás en singular.

En cambio, una madre africana que acaba de perder a su hijo en el parto y coloca el pequeño cuerpo en un lecho de hojas de palma sobre el mar, nunca hablará de ello porque «la pérdida es una noción (…). Uno no puede perder, ni llegar a afirmar que ha perdido, aquello cuya existencia no permite en su mente».

La novelista, que reside actualmente en Roma, no se siente de ningún lugar preciso. Es más bien «fruto de un tiempo concreto; no ha habido otro periodo de la Historia que hubiera podido producir a alguien como yo. El solo hecho de que mis padres pudieran conocerse es producto de la descolonización, la globalización, la apertura de fronteras y el consiguiente movimiento de personas. No me siento arraigada en ningún lugar, sólo producida por el siglo XXI y el final del XX».

Ser afropolitano «no tiene que ver con la genética ni con la nacionalidad, sino con la mentalidad. Yo podría tener un hijo en Roma, que se considerara italiano, que no tuviera nada que ver con Nigeria ni con Ghana aunque se sintiera orgulloso de esa herencia, y que sin embargo se sintiera ciudadano de su tiempo y fuera como yo afropolitan». Selasi considera que esta perspectiva no se limita a gente joven del continente africano. Lleva un año viajando por el mundo para presentar su ópera prima y ha visto chavales de la India, África Occidental, Europa y Norteamérica que comparten ese sentido de sí mismos: «No pertenecen a una nación sino a una experiencia».

Puestos a buscar una patria, Selasi estima que la suya no es geográfica ni lingüística sino que está hecha de carne y hueso. Es su hermana melliza, con la que comparte todo menos la vocación médica tan común en la familia. «Yo habría sido una médico horrible, habría probado con un tratamiento y luego con otro… No me gusta la matemática ni la ciencia porque me resisto de manera natural a aceptar que hay una única respuesta correcta».

Selasi llevaba 10 años sin terminar un texto narrativo cuando recibió en Oxford el ultimátum de la premio Nobel Toni Morrison, del que surgió su historia corta The Sex Lives of African Girls. Para escribir Lejos de Ghana tuvo que hacer un esfuerzo titánico de concentración, pues a fuerza de ser cosmopolita hubo de componer las 100 primeras páginas entre Dinamarca, Nueva York, Ghana y la India, en una rutina que consistía en «la más absoluta desesperación».

Eso sí, luego ocurrió el «milagro» de que el famoso agente Andrew Wylie adquiriera los derechos de ésa y de otra novela, que con toda seguridad seguirá tratando de «familias, personas y amor» y tendrá «algo más de sexo. Los personajes de ésta no tuvieron el suficiente para todo lo que sufren», comenta divertida. «Todas las familias son maravillosamente disfuncionales, un hermoso caos».

Tras el compromiso con Wylie, a Selasi le ocurrió otro milagro. Sufrió un bloqueo de seis meses durante los que no pudo escribir ni una palabra. Buscó dejar atrás el pavor abandonando Nueva York para establecerse en París, pero la vida la llevó a Roma. «Me enamoré de la ciudad y redescubrí mi amor por la escritura. Poco a poco comencé a echar de menos crear, y de ese modo la pasión por escribir venció a mi miedo».

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