Blood –sangre, en inglés– dio nombre
a unas pandillas surgidas hace
45 años, con cierta vocación política
y plena devoción por el color rojo
que los identifica, en suburbios
californianos con la voluntad de
proteger los barrios de negros de
los grupos rivales que habían tomado
el control de las calles. Un operativo
de los Mossos d’Esquadra
pone coto ahora a un presunto capítulo
–sección– local de aquellos
Bloods originarios de arrabales de
Los Ángeles tras 14 registros simultáneos
iniciados en la madrugada
de ayer en domicilios radicados en
barrios de la periferia de Barcelona:
Sant Boi de Llobregat –diez registros–,
L’Hospitalet de Llobregat –3–
y Vallirana –1–.
El conseller de Interior de la Generalitat,
Ramon Espadaler, presupuso
ayer que las detenciones de
25 jóvenes equivalen a la «desarticulación
» de una de las bandas juveniles
–de las conocidas popularmente
como latinas, relacionadas
en este caso con raíces dominicanas–
con mayor actividad en Cataluña:
la facción barcelonesa de los
Blood. Así lo expresó el mandatario
durante una rueda de prensa que
no resolvió demasiadas incógnitas
sobre una operación, aún abierta y
bajo secreto de sumario, en que
participaron agentes antidisturbios.
Las inspecciones en pisos del
Baix Llobregat y de L’Hospitalet
permitió a los Mossos arrestar a los
supuestos líderes de una banda a la
que fuentes policiales consultadas
por este diario relacionan con pequeños
robos, hurtos y con el menudeo
de marihuana, una sustancia
que se habrían incautado en algunas
de las entradas. El oscurantismo
en torno a la causa impide afirmar
si los sospechosos están acusados
de pertenencia a una
organización criminal con una jerarquía
en la que cada integrante
asume un rol determinado, un extremo
que el juez pretende esclarecer
ahora, una vez revise la documentación
intervenida y complete
los interrogatorios.
El supuesto antiguo líder de los
Blood de Barcelona, William S. C.,
de origen ecuatoriano, fue condenado
a 17 años hace meses por encargar
a dos menores el asesinato
de un miembro díscolo.