Avalancha de inmigrantes en Melilla ante la pasividad de los agentes Pasividad ante la avalancha

Los guardias no usan pelotas de goma en la llegada de 214 inmigrantes a Melilla

El Mundo, PAQUI SÁNCHEZ MELILLA CORRESPONSAL , 01-03-2014

La Guardia Civil se ha quedado prácticamente sin posibilidad de reacción ante una marea humana movida por la fuerza del hambre, la desesperación y el negocio de las mafias. Hasta 214 inmigrantes lograron ayer saltar la valla de la ciudad autónoma de Melilla y alcanzar territorio español en la mayor avalancha registrada en nueve años. En esta ocasión, el salto se hizo ante la pasividad de los agentes.

Melilla revive estos días la delicada situación a la que ya tuvo que enfrentarse en 2005. Entonces fue la regularización masiva emprendida por José Luis Rodríguez Zapatero. Ahora son los 15 muertos en Ceuta, el proceso de legalización emprendido por Marruecos y la prohibición de la Dirección General de la Guardia Civil de disparar pelotas de goma contra los sin papeles. La sensación generalizada entre los agentes es que están atados de pies y manos.

En torno a las 6.00 horas de ayer, coincidiendo con el cambio de turno, se encontraron con más de 400 inmigrantes pretendiendo entrar por dos sitios a la vez y lanzando todo tipo de objetos. El despliegue policial desplegado por España y Marruecos a ambos lados de la frontera consiguió repeler a la mitad de todos los que lo intentaron.

Más de 300 inmigrantes trataron de saltar el perímetro fronterizo por la zona del arroyo de Beni-Enzar, por donde se coló la mayoría. Simultáneamente, otros 100 aprovecharon para intentar acceder a la carrera por el paso fronterizo que había a escasos metros. La Policía Nacional tuvo que cerrar la verja durante media hora. Uno de los inmigrantes se subió en lo alto de la marquesina. Mientras los bomberos le bajaban, el resto se dirigió a la valla.

Once lograron traspasar la concertina y accedieron a Melilla. Inmediatamente se dirigieron al Ceti entonando cánticos de victoria.

Dos guardias civiles resultaron heridos. Uno de ellos fue agredido con un palo por un subsahariano al que intentaba auxiliar, tras haberse quedado encaramado en lo alto de la valla. El agresor, como el resto de subsaharianos, también entró en Melilla, pero para ir directamente al calabozo de la Guardia Civil, ya que fue detenido como presunto autor de un delito de atentado grave a un agente de la autoridad.

Éste es el balance del quinto asalto a la valla en lo que va de año, el tercero más numeroso en toda su historia. Para el vicepresidente primero del Gobierno de Melilla, Miguel Marín (PP), «se está confirmando un efecto llamada por parte de las mafias de la inmigración» al no poder la Guardia Civil usar pelotas de goma para repeler avalanchas de inmigrantes. Marín lamentó que ese material antidisturbios «se puede utilizar en territorio nacional en manifestaciones» y no en la valla.

Los tres grupos de la oposición denunciaron que el Gobierno central «está vendiendo» las buenas relaciones que hay entre España y Marruecos, pero la realidad es que el país vecino «quizá no está al 100% de lo que debería».

Sea como fuere, en lo que va de año han llegado ya más de 500 inmigrantes en Melilla. Y, en las dos últimas entradas, lo han hecho ante la pasividad de los guardias. Así se vio reflejado en las grabaciones de la avalancha anterior, la del pasado lunes, en las que se podía ver a cinco agentes contemplando cómo 100 inmigrantes escalaban en pocos segundos los seis metros de las dos vallas. No podían hacer otra cosa, salvo ser testigos impotentes de cómo no pueden cumplir su misión de impermeabilizar las fronteras. Ayer no se facilitaron imágenes del salto masivo como otras veces, y hay quien no descarta dentro del Cuerpo que esto sea para evitar que todo el mundo vea que las fuerzas del orden se han convertido prácticamente en las «azafatas» que hace unos días mencionaba en el Senado el presidente melillense, Juan José Imbroda.

Desde que la Guardia Civil no puede usar las pelotas de goma, Melilla ha vivido tres entradas masivas en apenas 11 días, dos de ellas con resultados sólo equiparables a los de 2005. Para encontrar una avalancha más numerosa que la de ayer hay que remontarse al 3 de octubre de 2005, día en que el contador de entradas llegó hasta los 350 subsaharianos.

Pero entonces la verja tenía dos vallas de tres metros de altura. Hoy miden el doble y en medio existe un tercer obstáculo, la maraña de cables entrelazados llamada sirga tridimensional en la que el Gobierno socialista se gastó 14 millones de euros.

El Ministerio del Interior va a reforzar con otros 40 efectivos del Grupo Rural de Seguridad (GRS) la vigilancia de la frontera. Son agentes pertenecientes al Grupo de Reserva y Seguridad con base en León que estarán alerta ante posibles nuevas entradas.

Mientras tanto, el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (Ceti) se encuentra desbordado, con casi el triple de su capacidad (1.300 personas para 480 plazas). Algo nuevo sucedió ayer: los inmigrantes fueron identificados e inscritos en las mismas instalaciones del Ceti. No tuvieron, como otras veces, que desplazarse hasta la Jefatura Superior de Policía. Fueron los propios agentes de extranjería los que se desplazaron al centro.

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