Virgencita, virgencita

Diario Sur, JULIÁN MOLINA, 26-02-2014

El ministro Fernández Díaz le ha otorgado la Medalla de Oro al Mérito Policial a la Virgen María Santísima del Amor, sin pecado concedida. Por ahora se desconoce si la Virgen bajará a recoger el galardón en persona o mandará a algún representante, de este o del otro mundo. Pero puesto que la Virgen ascendió al Cielo en cuerpo y alma, nada impide en principio que vuelva a descender si lo desea, que ya saben que todo lo que sube, baja. Y máxime si es para recoger un premio y departir con un ministro, que a nadie le amargan unas portadas y unos halagos. Halagos merecidos, además, que todo el mundo sabe de los méritos policiales de la Virgen del Amor, no como su colega la Virgen de la Amargura, que se dedicaba presuntamente a esconder bandoleros, y no habrá que sorprenderse si acaba imputada. Y de poco le valdrá entonces encomendarse a Dios, que tal y como están los jueces ya no cuela eso de «fue cosa de mi marido». Si escondió a un delincuente, que vaya a la cárcel como el resto de gente sin dinero.

Y puede parecer chocante que una Virgen delinca, con la de tiempo que pasa en la Iglesia. O que una Virgen tenga que trabajar de policía, que es que ya ni Dios puede mantener a su mujer. Pero esto no es, ni de lejos, lo más chocante que puede ver uno un día cualquiera en este país. El Consejo del Poder Judicial acaba de tumbar al propio Fernández su Ley de Seguridad Ciudadana, por justamente atentar contra los derechos de los ciudadanos e «incrementar notablemente las infracciones contra la seguridad ciudadana». Sí, dice «contra». O la Guardia Civil, que niega haber disparado pelotas de goma a los inmigrantes, luego reconoce haber disparado pelotas de goma a los inmigrantes y ahora prohíbe disparar pelotas de goma a los inmigrantes. Sin una sola dimisión. O Feijóo, que dice que «la Transición se completará cuando en Andalucía gobierne el PP-A». Que es como si el Málaga dice que la Champions no valdrá nada hasta que no la ganen ellos.

Y es que, con esta tropa, lo único realmente chocante es que no nos vaya incluso peor. Virgencita, virgencita, que nos quedemos como estamos.

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