editorial
Control fronterizo
España debe corresponsabilizar al conjunto de la UE en la contención humanitaria de la afluencia de subsaharianos
El Correo, , 25-02-2014El último salto de inmigrantes por encima de la valla fronteriza de Melilla permitió a cien personas pasar de Marruecos a España para dirigirse al Centro de Estancia Temporal de la ciudad autónoma. Fuentes de la Guardia Civil calificaron de «muy violenta» la actitud de los asaltantes, en un episodio tras el que al parecer tanto inmigrantes como gendarmes marroquíes precisaron de atención médica y sanitaria. El sistema de contención se vio desbordado una vez más, sin que ello justifique la actuación de miembros de la Guardia Civil que tiraron piedras a los protagonistas del salto como respuesta a las que les lanzaban algunos de estos. La presión de la ininterrumpida corriente migratoria que trata de acceder a Europa a través de España no puede seguir presentándose como un problema periférico sobre el que Bruselas ejerce una función supervisora a distancia en cuanto al cumplimiento de las normas comunitarias de acogida y asilo. El control de fronteras requiere de dotaciones suficientes para que tanto los saltos masivos de las vallas de Ceuta y Melilla como las temerarias singladuras para alcanzar territorio español sean contenidos y, en su caso, encauzados con las máximas garantías respecto a la integridad física y a los derechos que asisten a quienes intentan llegar a España. Pero no parece justo que España deba hacerse cargo de semejante responsabilidad, no ya en lo que representa de esfuerzo económico y humano, también en cuanto se refiere al equilibrio que es preciso mantener entre la contención migratoria y la salvaguarda de los derechos humanos. La afluencia de ‘sin papeles’, mayoritariamente subsaharianos, va aumentando de año en año y los centros de estancia e internamiento se saturan hasta niveles que afectan gravemente a la salud y a la dignidad de quienes se hacinan en ellos. España debe requerir de sus socios y de las instituciones de la Unión una disposición más acorde con la magnitud del problema y a su dimensión europea. Mientras tanto el Gobierno español ha de asegurar tanto una normativa y unos protocolos de aplicación en los que prevalezca la acción humanitaria como los medios humanos y materiales que hagan posible un control de fronteras sensible a la desesperación migratoria.
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