La limpieza étnica no se ha evitado

Francia y la Unión Africana sólo han podido impedir un genocidio como en Ruanda

La Vanguardia, FÉLIX FLORESBarcelona, 24-02-2014

El mayor de los temores, que en la República Centroafricana se reprodujera un genocidio como el de Ruanda, parece haberse evitado. Pero, en cambio, la limpieza étnica (un concepto que encierra tanto la motivación puramente étnica como la religiosa) ya se ha producido: los musulmanes han sido prácticamente expulsados mediante el terror de los centros urbanos. Peor aún, las llamadas autodefensas cristianas antibalaka persiguen a los pocos que aún quedan en Bangui cuando intentan huir hacia el aeropuerto escoltados por soldados de Chad que, si bien forman parte de la misión Misca de la Unión Africana, son vistos como cómplices de Seleka, la milicia musulmana de la que quieren vengarse.
Ya en agosto del 2013, la máxima responsable humanitaria de la ONU, Valerie Amos, advirtió que el país iba camino de convertirse en un Estado fallido. Ahora, Amos reclama más tropas internacionales para proteger a los civiles. Pero el esperado envío de 10.000 efectivos de la ONU puede producirse cuando ya los hechos se hayan consumado.
Chad ayudó al expresidente François Bozizé a derrocar en el 2003 al hasta entonces incombustible Ange-Félix Patassé (que fue primer ministro del siniestro emperador Bokassa). Sin embargo, fue el mismo presidente chadiano, Idriss Déby, quien ayudó después a Michel Djotodia a desembarazarse de Bozizé en el golpe del 23 de marzo del 2013. Hay fundamentos para creer que detrás de Seleka –una coalición de tres oscuros grupos– estaba el gobierno de Idriss Déby a través de combatientes de Chad y Sudán. Estos últimos se marcharon ya del país. Djotodia disolvió Seleka en septiembre del 2013, y con ello perdió el control del país. La venganza de los cristianos por los crímenes y desmanes de Seleka empezó a gestarse.
Francia, muy preocupada por evitarse una situación parecida a la de Ruanda (un grado de complicidad que no quiere repetir), se esforzó en agilizar el lento diálogo internacional que deja pasar semanas ante la toma de decisiones (mientras la sangre va corriendo) y envió 1.600 soldados. Pero tiene que contar con el papel de Chad, al que debe muchos favores por la crisis de Mali.
Hasta ahora, el único paso positivo es la presencia de una presidenta transitoria, la exactivista de derechos humanos Catherine Samba-Panza. Pero los refugiados y los desplazados tendrán que regresar un día a sus casas. ¿Volverá entonces Seleka? Hasta hoy, la milicia no ha declarado militancia islamista, pero se ha señalado algunos contactos con el grupo nigeriano Boko Haram.

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