LA ROTONDA

Frontera Sur

Diario Sur, IGNACIO LILLO |, 22-02-2014

Es curioso lo que pasa con las fronteras. De repente, España se ha convertido en la defensora de la UE, parando en seco los pies mojados a un puñado de muertos de hambre, negros para más señas, que todavía sueñan en sus noches al raso del monte Gurugú que, detrás de las concertinas mortales y de las pelotas de goma, está el paraíso en la tierra. Que se lo pongan tan difícil para entrar es un argumento más a su favor: lo que hay detrás debe de ser tan bueno que lo tienen que proteger incluso con el Ejército. No vienen precisamente a España, están de paso, porque saben que aquí tampoco está el horno para bollos. Sueñan con Europa, que es otra cosa que está un poco más arriba.

Y en ésas estábamos cuando los suizos, que viven felices en sus montañas pobladas de vacas Milka de colores y de bancos para corruptos de todo el continente, deciden en referéndum – eso sí, son los más democráticos del mundo – que otros muertos de hambre, ahora blancos, están mejor en sus pueblos, bien parados, y no dando por saco en su pequeño cantón independiente. Que luego, con tanta mano de obra barata, los sueldos bajan y eso no es bueno. En todo caso, nos dejarán entrar por cupos, según sus necesidades coyunturales de esclavos para la construcción.

Los suizos, al menos, van a cara descubierta. Sin ser tan explícitos, otros países tampoco hacen lo más mínimo por ayudar a la integración. Dejan entrar – suban, estrujen, bajen – pero lo más probable es que en pocos meses el emigrante ilusionado con su titulito inservible bajo el brazo y su inglés chapurreado se dará la vuelta a casa, que al menos con su madre se come caliente todos los días.

¿A qué estamos jugando? Desde nuestros fortines africanos le estamos haciendo el juego sucio a una Europa egoísta, que teme la amenaza del invasor, sin darnos cuenta de que tampoco nosotros somos bienvenidos en este festival de la opulencia al que nadie nos ha invitado. Estamos dando, literalmente, palos al agua donde flota el que escapa de la guerra y el miedo, para seguir preservando el estatus de los que disfrutan de la Unión, que no somos precisamente nosotros.

Por SUR.es

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