Supongo que en Mondragón tenemos varios cientos de inmigrantes que viven de las diversas ayudas sociales que pagamos entre todos. Y supongo que eso tiene que ser así. Lo que no creo que deba ser así es que no se les exija nada a cambio, es decir, creo que junto con cada entrega de dinero que reciben, estos inmigrantes debieran de firmar un reconocimiento de la deuda que adquieren con esta comunidad que podría ser traducida por ejemplo a horas de trabajo a favor de la misma.

Entre estos inmigrantes tenemos a albañiles, pintores, fontaneros, técnicos de turismo y hasta licenciados, y tenemos calles sin asfaltar por falta de presupuesto (supongo), o llenas de cartones algunos días y ríos llenos de basura, y también pudiera ser de interés que dieran clases de árabe (300 millones de hablantes en 50 países, algunos con las rentas per cápita más altas de planeta que son mercados para nuestras empresas ya), o de Urdú (120 millones de hablantes).

Aunque lo más importante creo que sería que esos (y esas) inmigrantes fueran conscientes de que las ayudas que perciben se generan con el trabajo de los demás y que – lógicamente – en la medida de sus posibilidades, debieran reintegrar a esta sociedad la parte de las mismas que fuera considerada adecuada.