¿Por qué suenan mejor las concertinas de la izquierda?

ABC, JOSÉ MARÍA L. HERNANDIS, 18-02-2014

3.420 son los seres humanos que salvó la Guardia Civil el pasado año. 15 que no pudo salvar este año. Muchos, los vídeos en los que percibimos su amabilidad, su humanidad en el trato con los rescatados. Las concertinas estaban ya desde Zapatero. Los medios antidisturbios empleados, las directrices desde y hasta dónde usarlos y con qué fuerza, también. Siempre es trágica y lamentable la muerte de un ser humano, que trata de alcanzar un destino donde presuponía que mejoraría su vida, aun a sabiendas de que la podría llegar a perder, y da idea de las vicisitudes por las que deben pasar hasta llegar a su destino. Nada humano nos debería ser ajeno. No solo Europa, sino el mundo, deberían implicarse para solucionar el hambre y la miseria. Dicho esto, las fronteras deben ser inviolables, igual que el domicilio. ¿Cuántos de nosotros dejaríamos que otros asaltasen nuestra casa, por necesidad o sin ella, simplemente para quedarse a dormir? ¿Cuántos de nosotros llevamos a nuestras casas a aquellos que no tienen hogar? Parece que la generosidad, cuando es por cuenta ajena, resulta mucho más fácil de otorgar. Seamos realistas. ¿Cómo pretendemos parar a 600 individuos dispuestos a morir en el empeño, si no es con algo de fuerza para contrarrestar la suya? ¿O es que acaso el buenismo propone que en vez de pelotas de goma les tiremos patitos de ídem? La progresía debe entender que las concertinas que instaló Zapatero no eran instrumentos musicales, sino cuchillas tan cortantes, tan hirientes y tan poco eficientes como las de ahora. Hay otra alternativa: que todos esos demagogos y generosos de boquilla pongan un inmigrante en su vida, en espera de que la humanidad, como sería deseable, alcance un sistema que permita repartir con equidad la riqueza.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)