Playa fangosa
El disparo de bolas de goma termina por convertirse en la metáfora más evidente de la impotencia. Fue una decisión equivocada
El País, , 18-02-2014La semana pasada ya advertíamos de que en la investigación sobre los sucesos de Ceuta, que se han cobrado 15 vidas de inmigrantes subsaharianos, residiría la esencia de la gestión de la crisis. Pero no se podían hacer peor las cosas. Partir de versiones contradictorias y prisas por lograr la exculpación de las fuerzas fronterizas no ha contribuido, sino a lo contrario de lo que se perseguía. Y además inutiliza el discurso español, en el que somos víctimas también de un drama del que el resto de la Unión Europea se desentiende. Por mucho que corran las autoridades a evidenciar las dificultades para enfrentarse a la presión migratoria, el ser incapaces de asumir su parte en la pésima gestión humanitaria de aquella madrugada no hace, sino torpedear el discurso.
El disparo de bolas de goma termina por convertirse en la metáfora más evidente de la impotencia. Fue una decisión equivocada y cuando menos se tarde en asumir responsabilidades, más maniobra dejará para empezar a gestionar el día de mañana, en lugar de bracear en el fangoso día de ayer. Puede que haya mucho oportunismo político en la lectura partidista del suceso, pero es ley de vida en un oficio que tiene mucho de oportunidad y respuesta. Los políticos sitúan alrededor de su despacho una serie de pararrayos jerárquicos, a imitación de los equipos de fútbol, en los que cuando llega la pañolada pidiendo la cabeza del presidente ya han caído entrenadores, directores deportivos, jefes de prensa y hasta doctores y masajistas.
Las informaciones que hablan de la imposibilidad de frenar la llegada de emigrantes ilegales ni quitan ni ponen adjetivos a la inhumana gestión de ese asalto a la valla. España es país de emigrantes, y como tal, tiene que entender que la relación es de ida y vuelta. Es grotesco despertar un debate en torno al derecho a la vida de la célula concebida, mientras la ocultación y el pragmatismo más demencial justifican la retirada de los servicios de salud para los inmigrantes sin papeles y la crueldad desmedida contra los desesperados al otro lado de la frontera. Ni siquiera el silencio eclesial rebaja el peso de la culpa. Asumir el error es el primer esfuerzo para estar a la altura del desafío.
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