“No soy un genio, pero no me conformaba”

La Vanguardia, , 18-02-2014

No soy un genio, ni fui un crack durante la carrera, pero no me conformaba, le he puesto mucha energía y pasión”, relata Ariel Camus por teléfono desde San Francisco. Este ingeniero de Telecomunicaciones está agotando sus últimos días en la ciudad californiana pues próximamente se instalará en Nashville, donde se encuentra el cuartel general de la editorial de libros de viajes Lonely Planet. Esta firma compró el año pasado TuristEye, la start-up enfocada a la planificación de viajes que Camus y su compañero de estudios Javier Fernández crearon en el 2010.
A.C.
Camus, argentino de nacimiento, se trasladó con su familia a Canarias cuando tenía 12 años y a los 16 se fue a Madrid donde estudió Telecomunicaciones en la Politécnica. Su caso, al igual que el de los otros dos personajes que aparecen en este reportaje, no es el de tantos jóvenes que se ven forzados a emigrar por no encontrar trabajo en España. Aquí tenía el sustento asegurado pero quería progresar. “Fuera de España hay más oportunidades y en San Francisco –subraya– todavía más” . TouristEye es el fruto de muchas ideas, horas de trabajo e ilusión. “Al acabar la carrera, en el 2010, Javi y yo montamos una consultoría para desarrollar aplicaciones móviles, pero Javi, que regresaba de un máster en Chicago, planteó desarrollar una app para iPhone y Android enfocada a compartir experiencias entre viajeros”, cuenta. Pronto tuvieron que elegir entre la consultoría o dedicarse al 100% a TouristEye y optaron por lo segundo. “Empezamos a contratar a gente hasta formar un grupo de ocho personas, de 25 a 31 años. En el 2012 estábamos a punto de quedarnos sin dinero y planteamos al equipo dos opciones: cerrar o iniciar un proceso de búsqueda de financiación y trabajar sin sueldo durante dos meses. En seis semanas conseguimos fondos y pagamos el doble a los trabajadores”.
Camus decide trasladarse a San Francisco, el destino ideal para explorar la posibilidad de nuevos inversores a la caza de talento. Allí contacta con la aceleradora de empresas 500starups y consigue una inyección de capital. Este joven de 26 años ya empezaba a moverse como pez en el agua en este mundillo y en febrero del 2013 ya había cerrado presentaciones en Nueva York, en Twitter y en Microsoft. En septiembre del año pasado tomaron la decisión de vender e hicieron una lista de 25 posibles compradores, entre los que no estaba Lonely Planet. “¿Cómo llegamos a ellos? Hacía tiempo había enviado un e-mail a una persona de Lonely Planet para otro tema pero nunca me contestó. Luego supe que lo había reenviado al director, quien un día me envió un correo diciéndome: “Vengo a San Francisco y tengo cuatro horas, ¿quedamos?”. Al final todo es un montón de coincidencias y la clave es estar en San Francisco”.
La operación se cerró en noviembre pasado y la compra –la cifra no se ha desvelado– incluyó la absorción de los ocho trabajadores para desarrollar otras versiones de TouristEye y para lanzar una nueva versión de la app de Lonely Planet.

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