Pasar de África a Europa saltando la frontera de Melilla no es sólo cuestión de suerte y preparación física. Los inmigrantes cuentan con otras tres herramientas en las que influye mucho el éxito de sus intentos. La coordinación y planificación son claves para sortear el sistema anti-intrusión que la Guardia Civil tiene desplegado de forma permanente en el perímetro melillense, además de la información privilegiada que viaja constantemente desde la ciudad hasta los campamentos del Gurugú. Esos tres elementos desempeñan un papel fundamental a la hora de que los constantes intentos de entrada tengan el éxito esperado, como ocurrió ayer a primerísima hora de la mañana, cuando una avalancha de 250 inmigrantes terminó con 150 dentro de Melilla, la cifra más alta desde octubre de 2005, en los últimos coletazos de la crisis de las vallas.

La Delegación del Gobierno puso ayer el acento en la «férrea coordinación» que los subsaharianos mostraron en todo momento, igual que otras veces, que se ve perfectamente reflejada en los vídeos que se han ido difundiendo a lo largo de los últimos meses. No es casualidad que los inmigrantes bajen en fila india y en silencio por las laderas del monte marroquí en el que malviven, o que echen el cuerpo a tierra cuando el helicóptero de la Guardia Civil les enfoca directamente con sus cámaras térmicas para evitar ser captados por los agentes. Tampoco lo es que cuando logran pisar tierra melillense, ya sea después de un salto a la valla o una llegada en patera, sepan hacia dónde tienen que correr para llegar al CETI o a la Jefatura Superior de Policía para hacer sus trámites y evitar el rechazo en frontera.

Parece como si en vez de ser recién llegados, llevaran meses viviendo en la ciudad. No han sido pocas las veces que se ha visto a inmigrantes que nada más poner un pie en Melilla, sacan del bolsillo un mapa para orientarse y evitar pasos en falso en momentos en los que el tiempo apremia. Estos planos, según fuentes policiales, se los proporcionan las mafias que mueven los hilos de la inmigración irregular, y que podrían ser también el origen de la información privilegiada que la Guardia Civil sospecha que manejan. Porque no es raro que los intentos de entrada hayan pillado más de una vez al sistema de vigilancia mermado por un cambio de turno, como ocurrió ayer, o justo el día en el que no están los refuerzos del Grupo Rural de Seguridad por el relevo de los equipos que vienen de la Península.

A ello se suman otras estrategias muy manidas, como que nada más entrar se despojen de sus ropas o se froten el cuerpo con excrementos para evitar que los agentes los puedan coger fácilmente. O que protagonicen saltos simultáneos en varios puntos para dividir a los efectivos de la Guardia Civil. Frente a ello, Interior ha reforzado los medios de los que disponen las Fuerzas de Seguridad del Estado y mantiene equipos adicionales y especializados desde hace cerca de un año, pero no son suficientes para que las dos ciudades autónomas sigan siendo una de las vías de entrada preferidas junto a Lampedusa y el Estrecho. Por eso, los gobiernos de Ceuta y Melilla han anunciado que celebrarán una cumbre en los próximos días para reclamar a Europa que se implique más en el control de unas fronteras que son suyas y no exclusivamente españolas.