Pablo Fajardo es un hombre menudo con fuerza interior. Su nombre aparece en Google asociado a una lucha que recuerda a la de David contra Goliat. Su rostro ha aparecido en los principales telediarios norteamericanos y es un personaje famoso en su país, Ecuador. Pero realmente Fajardo es la cara y la voz de los más de 30.000 indígenas que, organizados en una asociación, decidieron iniciar en 1993 una causa judicial por la dignidad de sus pueblos y los derechos humanos de las miles de personas que, según sus tesis, han sufrido daños irreparables en su salud por la actuación en la provincia amazónica de Sucumbíos de una de las empresa petroleras más importantes del mundo, la Chevron (antigua Texaco). La multinacional niega los hechos, aporta sus pruebas y sigue manteniendo una dura batalla judicial y de lobby para evitar hacerse cargo de la compensaciones por los daños denunciados.
Las sentencias contra la multinacional van cayendo una tras otra en diferentes ámbitos nacionales e internacionales. Las últimas – de 2011, ratificadas en 2013 y recurridos por la empresa – obligarían a la petrolera a indemnizaciones de 9,5 millones de euros. Sin embargo, no es el dinero lo que está en juego. Son cosas más importantes, como el encaje entre el capitalismo y el cambio climático, la globalización uniformadora y los pueblos indígenas, la emergente Latinoamérica con líderes como Rafael Correa y los todopoderosos Estados Unidos y compañía…
Pero nada es blanco o negro (los quechuas llamaban precisamente oro negro/yana curi al petróleo), ya que la causa de Pablo Fajardo también ha recibido importantes apoyos en Norteamérica y en otras partes del mundo occidental preocupadas por los derechos humanos y el cambio climático. Sting o Al Gore se encuentran entre las amistades de este joven que creció en esta zona de la selva amazónica en el seno de una familia pobre y al que los reveses de la vida le llevaron a dar pasos adelante guiado por sus principios y su tesón.
orígenes indígenas Pasó de cortar maleza con un machete en una selva regada por hidrocarburos a pisar las moquetas de juzgados y platós de TV, pero sin olvidar nunca de dónde viene y a dónde va. Por el camino, además de numerosas amenazas y problemas personales, se ha topado también con diferentes entidades y personas que han coincidido con su causa en algún momento.
Entre ellos se encuentra Medicus Mundi. El informe Yana Curi, coordinado por Miguel San Sebastián (Medicus Mundi Gipuzkoa), fue uno de los primeros estudios que se realizaron para estudiar una posible relación entre los vertidos de hidrocarburos y los altos índices de cáncer en la zona. Medicus Mundi lo invitó en 2009 para presentar a nivel europeo la película Crude de Joe Berlinger y también le acompañó en uno de sus viajes con mayor carga emotiva, ya que se acercó a Iruñea a reencontrarse con varios frailes y exfrailes navarros capuchinos – entre ellos Pedro José Irure – que lo formaron como líder cuando era solo un adolescente y que canalizaron una ayuda económica de un pamplonés que permitió a Pablo estudiar Derecho y al que, por desgracia, no pudo conocer. Sin aquella beca quizá el potente gabinete de Chevron dormiría más tranquilo ya que nadie había llegado tan lejos en un pleito de este tipo. Eso ya es una victoria moral para muchos pueblos de la Amazonía. Ahora, Fajardo vuelve a Nafarroa de la mano del Comité de Apoyo y Solidaridad con Ecuador y de la La Fundación Ezkerraberri. Su programa de actos es amplio.
Pablo Fajardo se muestra encantado por volver a esta tierra a la que le une una relación tan especial y se muestra confiado en el resultado de su lucha. “Los tribunales nos están dando la razón y ahora Chevron dirige su estrategia a cuestionar al propio Estado ecuatoriano y a las víctimas a las que acusa de extorsionar a una empresa abriendo nuevos frentes judiciales en EEUU – explica – , pero nosotros hemos respondido con acciones jurídicas contra ella en Canadá, Brasil y Argentina”. La lucha continúa. ¿Ganará David o Goliat? l