El voto canalla

La Vanguardia, Miguel Ángel Aguilar, 11-02-2014

Siempre hemos sabido la peligrosidad del referéndum, donde por lo general los electores contestan a una pregunta distinta de la que les ha sido formulada. Pero el caso de Suiza es especial porque allí el recurso al referéndum es muy habitual y puede versar sobre cuestiones muy básicas o por completo nimias. El domingo los suizos decidieron por un 50,3% de los votos emitidos fijar cuotas a la inmigración, incluida la procedente de los países de la UE. La aplicación de este resultado transgrede de modo flagrante los acuerdos que vinculan a la Confederación Helvética con Bruselas. Puede que sea una decisión soberana pero, adoptada de modo unilateral, debe acarrear consecuencias.
Es el momento en que compete al presidente Durão Barroso usar el poder de iniciativa de la Comisión para estimar denunciados los tratados vigentes, que obligan por igual a ambas partes. Lo contrario, el intento de mirar para otro lado, equivaldría a suministrar combustible adicional a los xenófobos populistas que nos amenazan por todas partes. Porque, en vísperas de las elecciones del 25 de mayo al Parlamento Europeo, se ha desencadenado una carrera para competir en busca de votos de cualquier procedencia por innoble que sea. Así que los partidos responsables han emprendido un desplazamiento hacia la irresponsabilidad de los populismos xenófobos, convencidos de que todo aprovecha para el convento, es decir, que todas las papeletas suman la noche del escrutinio, que cuenta igual el voto de calidad, al que apelaba Tierno Galván, que el de los miserables capaces de devolvernos a los momentos más oscuros de nuestra historia.
Echar las redes en esos caladeros, incorporar a los propios programas las propuestas de la extrema derecha es una renuncia a las señas de identidad que no será premiada por los electores siempre decantados a favor del original frente a los sucedáneos. Por eso el ultranacionalista UKIP adelanta en intención de voto a los tories británicos, aunque estos propugnen parecidas medidas. Cuando el apaciguamiento de Munich en 1938, Churchill dijo: “Habéis preferido el deshonor a la guerra; ya tenéis el deshonor y ahora tendréis la guerra”. A quienes prefieran el populismo xenófobo a la derrota, hay que pronosticarles que después de su encanallamiento perderán también las elecciones.

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