La UE amenaza a Suiza con vetar su acceso al mercado
La Comisión rechaza las restricciones helvéticas a la inmigración comunitaria
La Vanguardia, , 11-02-2014El norte de Italia encaja el referéndum como un duro golpe La Unión Europea lleva más de medio siglo desmontando obstáculos, levantando barreras a la cooperación y la circulación de personas, bienes y capitales. El resultado del referéndum suizo del domingo, a favor de limitar la entrada de ciudadanos de la UE, aboca al club a hacer todo lo contrario: reactivar las viejas trabas, introducir barreras e instaurar limitaciones con este país.
No polémico. Cartel en favor del rechazo a la libre circulación del Partido Popular Suizo
Las relaciones económicas y comerciales entre Berna y los 28 países de la UE se verán afectadas si el voto se traduce en una legislación contraria a los acuerdos vigentes, advirtió ayer la Comisión Europea. “La libre circulación de personas forma parte de los acuerdos que tenemos con Suiza, acuerdos que entre otras cosas le dan acceso a nuestro mercado interior. No podemos aceptar restricciones sin que esto tenga consecuencias sobre el resto de los acuerdos”, señaló la portavoz de la UE.
Ocurrirá de forma automática para las contrapartidas obtenidas en el 2004 por Suiza a cambio de permitir la libre circulación de ciudadanos de la UE. Si falla uno de los siete acuerdos, se activa una cláusula guillotina que deja sin efecto todos los demás: la cooperación en el transporte aéreo y ferroviario, el acceso sin aranceles para los productos agrícolas procesados, la cooperación medioambiental, audiovisual… Acuerdos anteriores, que afectan a la contratación pública o el reconocimiento mutuo de diplomas, podrían también cuestionarse.
Un millón de ciudadanos de la UE vive actualmente en Suiza (y 230.000 más van cada día a trabajar). Y 430.000 nacionales del país alpino residen en territorio comunitario. Estas personas, explicaron fuentes europeas, quedarían en un “limbo” jurídico al decaer posiblemente los acuerdos que facilitan su residencia en el país, con “consecuencias desestabilizadoras” para ambas partes. En caso de que los posibles límites a la entrada de extranjeros se lleven a cabo mediante controles fronterizos, la participación de Suiza en Schengen sería imposible.
El primer efecto del referéndum suizo se verá esta misma semana. Estaba previsto que Berna firmara un acuerdo para incluir a Croacia, el último país en entrar a la UE, entre los beneficiarios de la libre circulación (en mayo expiran las últimas cuotas vigentes para toda la UE, excepto Bulgaria y Rumanía). Las autoridades suizas, como era de esperar, han hecho saber de manera informal a Bruselas que no podrán dar este paso, pues va en contra del sentido del voto.
La represalia que la UE adoptará de forma automática es suspender la participación de Suiza en el programa Erasmus Plus de intercambio de estudiantes y en el programa de I+D Horizonte 2020. En consonancia con la forma de profundizar en las relaciones entre la UE y Suiza en la última década (un continuo quid pro quo) existe “un vínculo expreso” entre ambas cuestiones, explicaron fuentes europeas.
“La pelota está en el tejado suizo”, afirma la Comisión Europea. El Gobierno suizo decidirá mañana cómo actúa ante el voto del domingo. En sus manos está traducirlo en una legislación que limite el ingreso de trabajadores europeos en el país alpino y el derecho de reunificación familiar. Berna se ha dado tres años para hacerlo, pero en Bruselas no ven margen de negociación. La libertad de circulación
es un principio absoluto: o se aplica plenamente o no existe.
Los límites, se impongan o no mediante cuotas nacionales, no caben. De ahí que el clash legisla
tivo entre Suiza y la UE se considere casi inevitable. “Los suizos se están haciendo daño a sí mismos con este resultado”, afirmó ayer el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier. Alemania es el país de la UE con más nacionales desplazados en Alemania, y su Gobierno admite que el voto suizo plantea “problemas significativos”.
De puertas adentro, hay preocupación por las implicaciones del voto, instigado por el ultraderechista Partido Popular Suizo, a cien días de las elecciones europeas. Por mucho que ayer se tratara de separar los debates, el sentir del pueblo suizo encaja con una corriente de opinión en auge en varios países de la UE a favor de limitar uno de sus principios básicos: la libre circulación de personas.
Estudios de la Comisión Europea indican que comporta más beneficios que cargas para la economía, pero ayer no sólo la francesa Marine Le Pen, el holandés Geert Wilders y el británico Nigel Farage aplaudieron al pueblo suizo como el ejemplo a seguir. Para el Gobierno de David Cameron, que sopesa imponer cuotas a los países del Este, el voto respalda su argumento de que este principio crea inquietud. Y al ex primer ministro francés François Fillon le parece “perfectamente natural” que Suiza quiera reducir el número de extranjeros.
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