Europa es la solución y no el problema

La Vanguardia, , 07-02-2014

LA imagen de unos idílicos y prósperos Países Bajos fuera de la Unión Europea (UE) que presenta Geert Wilders constituye una falacia, que este político holandés de extrema derecha sustenta en verdades que se quedan a medias. Esto no sería preocupante si las proclamas populistas y xenófobas de este personaje no le hubieran aupado en las encuestas como el líder mejor valorado ante las elecciones europeas del próximo mes de mayo.
El antieuropeísmo de Wilders está en consonancia con los argumentos de la extrema derecha francesa capitaneada por Marine Le Pen y con el crecimiento de partidos similares, de corte extremista y populista, en varios países comunitarios. A ello se suma, salvando las distancias, el euroescepticismo británico.
El avance de estos movimientos antieuropeístas, que en los casos de los Países Bajos y de Francia tienen un marcado acento fascista, halla su mejor caldo de cultivo en situaciones de crisis como la actual, en la que se suman los problemas económicos con la falta de liderazgos fuertes y atractivos que defiendan el proyecto europeo. El riesgo inmediato es que puedan adquirir una mayor presencia en el nuevo Parlamento Europeo y hagan, como pretenden, un frente común. En ese caso, una mayor fragmentación del hemiciclo comunitario provocaría mayores dificultades para la adopción de decisiones favorables al desarrollo político y económico de la UE.
Los argumentos de Wilders, que se basan en un estudio hecho a medida por un centro de estudios del Reino Unido, financiado por un millonario euroescéptico de ese país, señalan que los Países Bajos se beneficiarían de su salida de la UE porque dejarían de contribuir al presupuesto comunitario. De esa forma ellos, que son los primeros contribuyentes per cápita junto con Alemania, acabarían con el trasvase de fondos a los derrochadores países del sur. Asimismo añade que la salida del euro les permitiría recuperar soberanía monetaria y adaptar su divisa a las necesidades específicas de su economía. Estas ideas pueden atraer muchos simpatizantes pero ocultan que unos Países Bajos aislados de la UE, en una economía tan integrada como la actual, tendrían más problemas que beneficios.
En cualquier caso, la alternativa de salir de la UE y del euro supondría un enorme paso atrás, tanto para los Países Bajos como para el propio proyecto comunitario del que forman parte, como socios fundadores del mismo que fueron en su día. A los ciudadanos que ven con simpatía las ideas de Wilders, sobre todo a los más jóvenes, se les debería recordar que fueron movimientos fascistas similares a los suyos los que provocaron la mortífera y destructora Segunda Guerra Mundial, y que el proyecto de la UE surgió precisamente para evitar que la historia se pudiera volver a repetir. No hay que olvidar nunca este hecho y hay que hacer constantemente pedagogía al respecto para recordar que la nueva Europa que resurgió de las cenizas y del sufrimiento es más que un mero club económico.
Hay que exigir a los dirigentes políticos de la UE un liderazgo más fuerte, más alto y más claro, afianzado en las políticas adecuadas, para demostrar que Europa ha sido, es y debe seguir siendo la solución y no el problema, y que hay que avanzar con mayor eficacia y mayor entusiasmo hacia una mayor unión política, económica y social. Y hay que hacerlo ahora, sin esperar más, porque la cita clave son las elecciones de mayo.

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