Editorial

Los abusos de la frontera

La gravedad de lo ocurrido en Ceuta, con la muerte de nueve subsaharianos que intentaban acceder a la ciudad, exige explicaciones del Gobierno, reitera el drama de las miles de víctimas del viaje en busca de una vida mejor

Diario de Noticias, , 07-02-2014

lA coincidencia en el tiempo del dramático episodio del intento de entrada en Ceuta de alrededor de cuatrocientos subsaharianos, con el resultado de al menos nueve muertos con duras acusaciones testigos y ONG sobre la actuación de la Guardia Civil con balas de goma y gases lacrimógenos y el rescate por la Marina italiana en aguas cercanas a la costa de Lampedusa de 1.123 inmigrantes en diversas embarcaciones vuelve a convertir en noticia la sobrecogedora realidad diaria de la inmigración denominada ilegal y las consecuencias de la errada e incapaz política de contención puesta en práctica por los estados de Europa, entre ellos España, y por la propia Unión Europea. Es ya evidente que ni el acuerdo alcanzado el pasado diciembre por el Estado español y otros 17 países miembros de la UE, ni la exhaustiva vigilancia de la Agencia Europea de Control de Fronteras Exteriores (Frontex) son el camino frente a un aluvión humano que, según las mismas autoridades europeas, se cifró en más de 210.000 entradas ilegales en los últimos dos años y constituye ya una población de entre tres y seis millones de personas dentro de las fronteras de la UE, cifra que incluso puede quedarse corta si se recuerda que solo la regularización realizada en Italia en 1990 otorgó legalidad a 223.000 seres humanos sin papeles. Frente a esos escalofriantes números, las labores de vigilancia realizadas en el Estado español, segunda vía principal de acceso a Europa desde África, lograron interceptar a 8.751 inmigrantes en los dos últimos años. Si a ello se añaden las denuncias de abusos, de utilización de la fuerza y métodos inhumanos vallas, cuchillas… en la contención, de expulsiones inmediatas que incumplen la propia Ley de Extranjería y la legalidad europea al respecto y la reiteración de episodios dramáticos con centenares de víctimas mortales es evidente que tanto la UE como el Estado español deben revisar sus restrictivas políticas que se centran únicamente en impedir la entrada y que fomentan, además, la proliferación de mafias y riesgos. El freno no está en los límites de la desarrollada Europa, sino más allá de estos, mediante la utilización de todos los recursos posibles para superar la primera frontera, la de las enormes desigualdades existentes, y evitar y eliminar los conflictos bélicos y étnicos, la conculcación de derechos humanos, la inestabilidad institucional y la pobreza que siempre han estado en el origen de las corrientes migratorias.

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