El contenedor en el que hallaron a nueve inmigrantes tenía doble fondo
La Policía atribuye la inédita forma de ocultación a una red de tráfico de personas
El Mundo, , 04-02-2014JAVIER OMS / Barcelona
La odisea de los nueve inmigrantes
hallados el 25 de enero en el Puerto
de Barcelona duró entre siete y
nueve días. Un trayecto de más de
2.000 kilómetros por mar –entre
Casablanca y la capital catalana
con un breve atraque en Lisboa–
que los hombres realizaron íntegramente
en el interior de un contenedor
vacío de poco más de seis metros
de largo y más de dos de ancho.
Su superviviencia, según fuentes
conocedoras del caso, se debió
sobre todo a una estrategia desconocida
de las redes de tráfico de
personas cuyo objetivo es el puerto
de Barcelona: un doble fondo oculto
en un contenedor marítimo en el
que escondieron todo lo necesario
para llegar vivos.
Durante las primeras indagaciones,
los agentes de la Unidad contra
las Redes de Inmigración Ilegal
(UCRIF) de la Policía Nacional creyeron
improbable que los nueve
hombres –marroquíes de entre 18 y
46 años– permanecieran entre paredes
metálicas durante todo el trayecto.
En un primer registro no se
hallaron ni restos de comida ni la
suciedad que generaría un viaje tan
largo. Además, los inmigrantes apenas
presentaban síntomas de agotamiento,
más allá de una leve deshidratación de la que cinco de ellos
fueron tratados. Uno incluso llegó
recién afeitado a Barcelona. Una suma
de elementos que llevaron a la
sospecha de que contaran con la colaboración
de algún miembro de la
tripulación del barco de bandera holandesa
en el que viajaron. Según
esa tesis, simplemente se habrían
ocultado en el contenedor vacío antes
de que éste fuera estibado junto
a cerca de otros 300 en la madrugada
del 25 de enero en Barcelona.
El hallazgo del doble fondo, sin
embargo, dio respuesta a todas las
dudas. Según ha podido saber este
diario el escondrijo, de apenas 70
centímetros de ancho, estaba oculto tras una plancha camuflada
bajo una capa de la
misma pintura blanca y
gris que el resto del contenedor,
una estructura de
color rojo propiedad de la
compañía de transporte
marítimo alemana Hamburg
Süd Grup.
Encajada al milímetro,
tras esa suerte de puerta
se encontraron restos de
comida –desde raciones
de un pan tradicional marroquí
de larga duración
hasta dátiles–, pasando
por varias garrafas con
agua. Junto a éstas también
se localizaron recipientes
utilizados para depositar
las heces. Además,
embarcaron con decenas
de velas para iluminarse y
varias piezas de ropa,
mantas, cojines y lo necesario
para afeitarse y mantener la
higiene. La Policía encontró, incluso,
una baraja de cartas.
El grado de preparación del viaje
ha llevado a los especialistas del
cuerpo a descartar que fuera organizado
por los nueve polizones –tal
y como ellos mismos han sostenido
en sus declaraciones ante la Policía y
el Juzgado de Instrucción número
10 de Barcelona–, y de que están ante
un nuevo método adoptado por
las redes de inmigración ilegal. El
uso de contenedores vacíos –los que
menos sospechas despiertan en los
controles policiales– ha espoleado el
temor de que éstos sean utilizados
también para introducir otro tipo de
mercancías como drogas o incluso
explosivos.
La sospecha de que los nueve inmigrantes
pagaron a una red internacional
también se sostiene en el
hallazgo de una cuerda con la que
debían haber descendido del contenedor,
cuya posición final en el desembarque
también podrían haber
conocido con anterioridad. Finalmente,
sin embargo, debieron ser
rescatados al quedarse atrapados.
Para averiguar la autoría del
transporte clandestino se está tomando
declaración tanto a los polizones
–internados desde la semana
pasada en el Centro de Internamiento
de Extranjeros de Zona
Franca– como a los implicados en
las fases del trayecto. Una investigación
alambicada debido a la complejidad
del transporte marítimo y
que, en este caso, se centra en un
barco británico, subcontratado a
una empresa holandesa y con un
contenedor alemán bajo sospecha.
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