Tribuna Abierta
El Holocausto y el antisemitismo
Diputado de Amaiur y miembro de la Ligue Interna-tionale contre le racisme et l'antisémitisme (LICRA), Por Jon Iñarritu -
Deia, , 30-01-2014RECIENTEMENTE, con motivo de la invitación al acto de conmemoración en el Día de Recuerdo del Holocausto, que se celebra el 27 de enero, surgió un debate con un amigo en torno a la persistencia o no del antisemitismo en Europa, ya que él defendía que era algo del pasado, ya superado salvo por algún grupúsculo marginal. ¿Es el antisemitismo en Europa algo del pasado o sigue existiendo?
La Agencia Europea de Derechos Fundamentales (FRA) de la Unión Europea (UE), publicó en noviembre un informe sobre el antisemitismo tras haber realizado una encuesta a miles de ciudadanos judíos que viven en varios Estados de la UE. Según dicho informe, el 66% de los encuestados cree que el antisemitismo sigue siendo un problema en Europa; el 76% de ellos cree que ha aumentado en estos últimos años; el 21% se ha visto confrontado a uno o varios incidentes judeófobos relacionados con insultos, acoso o agresión. ¿Existen razones objetivas para la preocupación?
El pasado año, invitado por la dirección del Consistorio israelita de Baiona, acudí a la celebración del Rosh Hashaná (año nuevo). Recuerdo que me extrañó la presencia policial y al preguntar a mis anfitriones si era necesaria la protección me contestaron que lamentablemente sí. Seis meses después, cuatro ciudadanos judíos eran asesinados a la salida del colegio Ozar Hatorah de Toulouse. Pero no fue un hecho aislado. Durante los últimos meses hemos observado como en Sarcelles (Francia), un comercio de alimentación kosher fue atacado con granadas; en Offenbach (Alemania); Sheerness (Reino Unido) o Melilla, entre otras, se han producido agresiones contra personas que portaban kipás; en Hungría, la formación política Jobbik solicitó la creación de listas de judíos en el Parlamento y el Gobierno magiar. De igual forma, la aparición de pintadas amenazantes y vandalización de propiedades judías ha ido en aumento. Hechos que nos indican que la vieja aversión irracional a los judíos sigue estando presente en nuestro continente. La UE ha dado la voz de alarma y de forma especial ha llamado al control de la incitación al odio en internet, instrumento de difusión rápida y en ocasiones anónima de todos los mitos y falsedades en las que se sostiene el antisemitismo. ¿Somos conscientes que en la Europa del siglo XXI hay ciudadanos que deben ocultar su identidad y que las sinagogas, colegios e instituciones judías deben ser protegidas?
El 58,4% de la población española opina que “los judíos tienen mucho poder porque controlan la economía y los medios de comunicación”, y más de un tercio (34,6%) tiene una opinión negativa de ellos
El Holocausto no fue un caso aislado
La ausencia de judíos durante cinco siglos y la existencia actual de una reducida y discreta comunidad no han sido óbice para que España sea uno de los Estados más antisemitas de Europa. Así lo indican tanto la encuesta encargada por el Ministerio de Asuntos Exteriores en 2010 como la realizada por la Anti-Defamation League en 2009. El 58,4% de la población española opina que “los judíos tienen mucho poder porque controlan la economía y los medios de comunicación”, y más de un tercio (34,6%) tiene una opinión negativa de ellos. Los orígenes hay que buscarlos, sin duda, en la historia moderna y en la difusión por parte de la Iglesia Católica de libelos como el de la acusación del Deicidio hasta el Concilio Vaticano II (1965). Anualmente, el Observatorio de Antisemitismo en España realiza un informe sobre la cuestión y en el del pasado año destaca que las amenazas y pintadas aparecen con asiduidad y que incluso se han producido agresiones. Pero lo más sorprendente es el hecho de encontrar en los medios de comunicación afirmaciones en torno al mito del “lobby judío”, libelo según el cual los judíos son un ente homogéneo que actúa coordinadamente a nivel mundial y que es poderoso e influyente. Como vemos, este mito conspiracionista promovido por el facsímil falso elaborado por la policía zarista y llamado Los Protocolos de los sabios de Sion (1902) con el objetivo de justificar los pogromos en Rusia, y que fue repetido y ampliado por la Alemania nazi, ha llegado hasta nuestros días.
Uno de los difusores de ese mito y de otros es el últimamente conocido humorista francés Dieudonné. Este mordaz artista ha sido condenado en varias ocasiones por incitación al odio y por banalizar el holocausto en la República que se tiene por la impulsora de los derechos humanos y que considera un capítulo negro de su historia que en su territorio, hace unas décadas, 75.721 judíos, entre ellos 11.000 niños, fueran deportados a campos de concentración y solo sobreviviera el 3% de ellos. En el caso del humorista galo, el dilema no radica en si ha excedido los límites del humor o en si hace bromas sobre árabes, judíos o chinos. El problema estriba en que hace guasas sobre lo que también defiende en serio junto con sus amigos: el ultra Le Pen, el negacionista Roger Faurisson o el revisionista Mahmud Ahmadinejad. Un hecho reseñable es que, este burlón ultraderechista tiene el curioso mérito de haber logrado unir entre sus fans a tres sectores, opuestos en todo, excepto en el antisemitismo, como son la ultraderecha, el islamismo y sectores de extrema izquierda. Un curioso fenómeno que el profesor Pierre-Andre Taguieff ya había destacado en su libro La Nueva Judeofobia al analizar los focos de difusión actual de esta fobia. Mención especial, si cabe, merece la extraña existencia de sectores de extrema izquierda que, llevados por la denuncia del drama palestino o por críticas legítimas al Gobierno israelí, acaban abrazando mitos conspiracionistas cuando no directamente los libelos clásicos de la judeofobia. Un hecho que ya fue denunciado por Ignacio Ramonet, en el artículo ¿Antisemitismo en Galicia? (4-VII-2007) en El País.
Como hemos visto, el Holocausto no fue un caso aislado de odio puntual al pueblo judío, sino la materialización de un hecho violento, impulsado por un odio acumulado durante siglos, una animadversión irracional y obsesiva, basada en mitos que, difundido por confesiones religiosas, por instituciones y por ideologías políticas que ha sido generador de expulsiones, discriminaciones y masacres. Una inquina que sigue existiendo y que es peligrosa. Como escribió Émile Zola hace un siglo, en su denuncia del caso Dreyfus, para luchar contra esta tara social la clave está en la educación.
Por ello, en este momento de auge de la xenofobia y la ultraderecha en Europa, cuando resurgen viejos odios y otros nuevos como homofobia, la gitanofobia, la islamofobia y el antisemitismo, es importante recordar el hecho más terrible de la historia reciente para prevenir la comisión de actos similares y educar a nuestras sociedades en la igualdad y en la dignidad humana así como en la lucha contra todo tipo de discriminación. ¡Nunca más!
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