Psicosis por un intento de secuestro que no lo fue

Una menor creyó que querían raptarla por un malentendido al cruzar un paso de peatones La investigación policial reveló que en la furgoneta iban unos trabajadores que advirtieron a la chica de que habían estado a punto de atropellarla

Diario Sur, JUAN CANO, 29-01-2014

Aparte de una obra maestra de Alfred Hitchcock (1960), psicosis es, según la segunda acepción del diccionario de la Real Academia de la Lengua, una enfermedad caracterizada por «delirios o alucinaciones, como la esquizofrenia o la paranoia». Es, en definitiva, un estado mental que predispone a ver algo que no existe. O a interpretar la realidad de un modo erróneo.

Por psicosis se puede entender también el miedo visceral que sienten los padres ante las alertas de intentos de secuestro de menores, que han encontrado su caldo de cultivo perfecto en el WhatsApp y las redes sociales. Porque, cuando suena el politono del teléfono y miran con inquietud el mensaje en la pantalla, no pueden evitar sentir el temor de que les podría haber tocado a ellos. Y ni siquiera se plantean si es cierto o no.

Aunque de vez en cuando la realidad se encarga de justificar la psicosis, lo cierto es que casi siempre se trata de un bulo. O sencillamente de un malentendido. Eso fue lo que ocurrió este lunes en el barrio malagueño de El Palo, donde cundió la alarma por un posible intento de secuestro de una menor de 14 años cuando volvía a casa desde el instituto.

La adolescente se separó de una amiga y enfiló sola la calle que lleva a su domicilio. Eran las 15.15 horas. Al llegar al paso de peatones, se encontró con una furgoneta blanca con los cristales traseros del mismo color, una ‘L’ de novel y las lunas laterales tintadas. Cuando estaba a su altura, el copiloto hizo ademán de abrir la puerta. Ella trató de pasar por detrás del vehículo, pero entonces éste retrocedió, lo que le impidió cruzar. La menor lo intentó entonces por delante, y el conductor metió primera y volvió a cortarle el paso. El copiloto se asomó por la ventanilla y, al parecer, le dijo: «Por esta vez te has librado».

Ella se asustó. Se marchó hacia otra calle con la impresión de que la furgoneta la seguía mientras llamaba a gritos a su amiga. Creyó que habían intentado secuestrarla. Cuando la adolescente lo comentó por WhatsApp con sus compañeros de clase, uno de ellos le dijo que a otra chiquilla le había sucedido algo parecido también en El Palo. Incluso alguien comentó haber visto una furgoneta de esas características merodeando por la barriada. La psicosis.

Trabajadores del barrio

La policía abrió inmediatamente una investigación. Los agentes de la comisaría del distrito Este no tardaron en localizar la furgoneta y a sus ocupantes. Ayer por la tarde, citaron en comisaría a la menor y a su madre para una reconstrucción de los hechos. Nada resultó ser lo que parecía. Los hombres que iban en el vehículo no eran marroquíes, como pensó la chica, sino paleños. Trabajadores de la barriada a los que, evidentemente, es fácil ver a diario con su furgoneta. «Todo ha sido un malentendido», explica la madre de la menor, que quiere aclarar lo sucedido para que no cunda aún más la alarma. «La intención del conductor prosigue era dejarla cruzar, no cortarle el paso. Y cuando el copiloto le dijo que por esta vez se había librado, se refería al atropello. Las cosas se magnifican en caliente. Ha sido un alivio que todo se haya aclarado». Esta es la realidad.

Otras veces, los hechos, por la psicosis, se transforman. Y el mensaje se distorsiona. Es el caso del intento de secuestro de la calle Carpio, que se está difundiendo desde el lunes a través de las redes y el WhatsApp. «¡¡Cuidado con los niños!! Hoy han intentado quitarle un niño a una mamá del colegio Los Guindos […] Dos hombres de 20 y 30 años, de aspecto rumano. ¡¡Estad alerta!! Por favor, pasadlo». La psicosis.

La realidad, contada por la propia madre, es ésta: «Iba con mi hijo de tres años en el carrito hacia el Mercadona cuando un hombre más bajo que yo, que vestía un chaquetón rojo, se me acercó por la espalda y me agarró por la cintura, debajo del pecho. Entonces apareció otro, más alto que el anterior, con un chaquetón blanco, y fue a coger el carro». Ella empezó a chillar y a insultarlos, y los dos individuos salieron corriendo.

La joven se refugió en una joyería cercana. Ni siquiera podía hablar. Le preguntó al dueño si le importaba que se quedara allí unos minutos y él le dio agua y trató de tranquilizarla. Su primera impresión fue que habían intentado robarle el bolso, pero después reflexionó: «Si hubieran querido quitármelo lo habrían hecho…». Sin saber muy bien las intenciones reales de los dos sujetos, se lo contó a sus amigas por WhatsApp. Y, a partir de ahí, su caso se le fue de las manos.

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