Derroche de ideas
Ni una butaca vacía entre el público en el último montaje del bailaor Israel Galván, una obra sobre el genocidio gitano
El País, , 21-01-2014En la Sala Gran del Mercat de les Flors de Barcelona no se veía ni una butaca vacía, en la noche del jueves, debido a la expectación que había despertado entre el público barcelonés el último montaje del bailaor sevillano, Israel Galván, titulado Lo Real, una obra sobre el genocidio gitano. La emoción se palpaba en el ambiente, el espacio escénico destilaba religiosidad, el espectador, estaba tenso, tenía la sensación que estaba en un templo a la espera de un sacrificio. El silencio era ensordecedor. Al final del montaje, de casi dos horas de duración, el público se puso en pie y dedicó cálidos aplausos y ovaciones a Galván. Se aplaudió su brillante y magnífico baile, no el montaje que resulta farragoso, complejo y demasiado ambicioso. Lo mejor para ver Lo Real es no leerse el programa de mano y sentarse con la mente virgen en el teatro y dejarse arrastrar por las imágenes que se van desarrollando en escena sin intentar descifrarlas. La fascinación que los nazis sintieron por los gitanos españoles es un buen señuelo para el espectáculo, pero en el escenario no queda patente ¿miedo a ser explicito?…. Lo único que se expresa con fuerza en Lo Real es un sentimiento de opresión, de falta de libertad, un sentimiento siempre latente en el pueblo gitano, y que el baile de Galván exhibe aquí con fuerza y gran expresividad. Su baile salvaje, versátil e innovador, se muestra herido, agonizante en momentos, pero jamás vencido y siempre altanero y orgulloso.
LO REAL
Coreografía y guion musical de Israel Galván; Dirección artística de Pedro G. Romero; Dirección de escena Txiki Berraondo; Baile de Israel Galván, Belén Maya e Isabel Bayón; Dramaturgia de Txiki Berraondo, Pedro G. Romero e Israel Galván; Música original de Juan Gómez “Chicuelo”. Mercat de les Flors. Sala Gran. Barcelona. 16 de enero
Galván junto a su colaborador habitual, el artista plástico, Pedro G. Romero, mezcla en Lo Real fragmentos de obras anteriores como Arena, La curva o El final de este estado de cosas, por eso el espectador tiene la sensación de encontrarse ante una obra fragmentada, sin un hilo conductor claro y una dramaturgia que le de consistencia. Al principio del espectáculo Galván se ve durante un segundo levantando la mano a la manera del saludo fascista, en otro momento del espectáculo, la bailaora Isabel Bayón encarna a la cineasta alemana Leni Riefenstahl, y al final del espectáculo se pronuncian unas palabras en alemán. Estas tres breves secuencias son las únicas referencias explicitas a los nazis en este dilatado montaje.
Sin duda lo mejor de Lo Real son las intervenciones de Galván en las que se conjugan silencios y ruidos. El artista juega con diferentes elementos escénicos que se derrite bajo su fulgurante zapateado, mientras que su braceo de acero se muestra implacable ante el dolor y la muerte.
Otro acierto es la calidad de los quince artistas que participan en esta obra, entre músicos, cantaores y las bailaoras, Belén Maya e Isabel Bayón, sin embargo están poco utilizados. Demasiada contención gestual en el trabajo coral y derroche de símbolos e ideas en el guion.
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