Ertzainas afirman que el acusado de matar a su hija no parecía desesperado
Consideran poco probable que aicha bajara por su propio pie a la playa de zarautz desde la chabola
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 16-01-2014donostia. Los ertzainas que declararon ayer en el juicio contra el hombre acusado de asesinar a su hija de 18 meses al arrojarla al mar en Zarautz coincidieron en que el procesado, tras denunciar la desaparición de la pequeña, no mostró la actitud desesperada de quien ha perdido a un niño. La Audiencia de Gipuzkoa celebró la cuarta sesión del juicio con jurado por la muerte de esta niña, cuyo cadáver apareció flotando en aguas de la playa de Zarautz el 7 de octubre de 2010. Los agentes que testificaron ayer se pronunciaron en el mismo sentido que los que lo hicieron el martes, señalando que el comportamiento del padre, un ciudadano marroquí de 44 años, no les pareció el normal de una persona cuya hija acaba de desaparecer. Recordaron que la investigación se centró en torno al parque Montetxio porque el acusado dijo que había acudido allí a dormir con su hija y que al despertarse no la encontró a su lado en el juicio aseguró que habían pernoctado en el malecón de la playa y que había mentido inicialmente por miedo a que le quitasen la niña los servicios sociales de la Diputación.
Ninguno consideró verosímil la posibilidad de que la pequeña, Aicha, pudiese haber bajado de noche por su propio pie a la playa desde Montexio, por tratarse de una zona de difícil acceso, lo que además habría supuesto que, tras bajar, tuviese que cruzar sola la carretera N-634. Los policías afirmaron que es imposible que la niña hubiese hecho, sin luz artificial, ese largo camino y que, de hecho, los agentes que lo realizaron con linternas, hallaron dificultades para llegar hasta la carretera.
También declararon dos testigos propuestos por la defensa, una médico que atendió al procesado tras los hechos y un ciudadano marroquí, quien dijo que en una ocasión en la que coincidió con el acusado, este se encontraba muy ebrio. La médico explicó que administró al imputado una inyección tranquilizante porque lo encontró “nervioso e inquieto”, aunque no “abatido”.
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