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Dieudonné, un cómico convertido en asunto de Estado

El Gobierno francés declara la guerra al polémico humorista, condenado por sus alusiones antisemitas

Diario Vasco, MIGUEL SALVATIERRA | MADRID, 11-01-2014

La polémica no ha cesado de crecer esta pasada semana en Francia en torno al caso Dieudonné. Hay quienes opinan que hay otros problemas más importantes en el país como el paro, los impuestos, la seguridad o Europa. Para otros, debe haber una tolerancia cero para la connivencia con los negacionistas y el antisemitismo. Entre estos últimos figura el Gobierno francés que, a propuesta de su ministro del Interior, Manuel Valls, hijo del pintor español Xavier Valls, decidió el pasado jueves prohibir la actuación que tenía previsto celebrar en Nantes el cómico franco – africano, Dieudonné Mbala.

El Ejecutivo de François Hollande se propone evitar que el polémico humorista suba al escenario y lleve de gira por 21 ciudades francesas su monólogo Le Mur, plagado de sarcasmos y bromas que cuestionan el Holocausto y el papel de los judíos en el mundo. El peculiar humor de Dieudonné ha recibido ya siete condenas y 60.000 euros en multas, que todavía no ha pagado, aduciendo que es insolvente.

Uno de los problemas del Gobierno ante Dieudonné es que se escapa del cliché del racista antisemita puro y duro. Además, los ataques y vetos han disparado la popularidad del movimiento de la quenelle, el gesto que muchos ven como un saludo nazi invertido. El vídeo subido a YouTube el 21 de diciembre I am Dieudo registró más de 200.000 visitas y los vídeos de su canal han sido vistos más de 2,5 millones de veces.

Con 48 años, de padre camerunés y madre francesa, saltó a la fama en los noventa formando un dúo con otro cómico judío, Elie Semoun. Se presentó en 1997 como candidato a diputado en Dreux frente a un rival del Frente Nacional. Participó en campañas antirracistas y tenía un sólido prestigio hasta que en 2003 apareció en un programa de televisión disfrazado de judío ortodoxo con un pasamontañas animando a los jóvenes a ingresar en el eje del bien. Su intervención terminó con heil – Israel que provocó un mar de críticas. A partir de ahí, la escalada provocadora se ha disparado: desde invocar la cámara de gas ante las críticas de un periodista de origen judío (Cuando le escucho hablar, me digo: Patrick Cohen la cámara de gas ¡Qué pena!) hasta inventar la denominada quenelle,

Ante el cierre y boicot de los circuitos habituales, Dieudonné se refugió en un pequeño teatro del norte de París y, sobre todo, en las redes sociales y youtube. Sus partidarios lo ven como un campeón frente a las elites político – financieras y admiran su afán por reírse de todo y de todos.

En uno de sus vídeos, el humorista se defiende de las acusaciones de antisemitismo: ¿Acaso tengo yo cara de nazi?, pero su trivialización del Holocausto y sus insultantes chistes judíos son inequívocos. Su movimiento ha recibido el apoyo de algunas estrellas deportivas como el baloncestista Tony Parker o el futbolista Nicolas Anelka, que se han mostrado haciendo la quenelle, pero todos los partidos políticos han decidió poner distancia. Solo el Frente Nacional parece apoyarle de forma velada, aunque más por blandirlo contra el Gobierno socialista que porque le convenzan los variopintos planteamientos del cómico.

En su prohibición, el Gobierno lo justifica como medida para prevenir desórdenes públicos y actos violentos, como los que llevaron a investigar a un grupo de seis jóvenes por su implicación en acciones punitivas contra personas a las que acusan de haber hecho en Internet el saludo de la quenelle. Sin embargo, en medio del ruido de la polémica, ha habido intelectuales como Edwy Plenel que alertan del riesgo que comporta la censura preventiva para el sistema democrático y la libertad de expresión.

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