Un equipo de inspectores solicitó este martes la intervención de la Justicia por las irregularidades en la inscripción de nacimientos en Atenas detectadas durante la investigación abierta a raíz del caso de «El ángel rubio», una niña búlgara vendida por sus padres y explotada por una pareja griega.

Los auditores examinaron los casos de 545 bebés inscritos a posteriori en el Registro Civil ateniense y descubrieron que, en la mayoría de los casos, las actas estaban incompletas, sin datos como la hora del parto o el documento de identidad del progenitor que los registró, informó el Ministerio del Interior en un comunicado.

Aproximadamente en la mitad de los casos investigados, los bebés fueron inscritos como «de padre desconocido». En un alto número de casos, los padres inscribían simultáneamente a más de un niño y también había registros de varios nacimientos en la misma familia en un periodo de tiempo menor a un año.

La investigación también da cuenta de que, en el periodo auditado, se produjo un alza de los registros a posteriori o con meses de retraso: si en 2011 fueron sólo 50, en 2012 fueron 200 y en 2013, 400. En casi todos los casos, las direcciones de inscripción no quedaban dentro del municipio de Atenas y hasta había direcciones inexistentes o de inmuebles comerciales como tiendas, oficinas bancarias o bares.

María, «El ángel rubio», cuyo caso se destapó en octubre pasado, había sido inscrita en el Registro Civil de Atenas pero vivía con sus supuestos padres en un campamento gitano de Fársala (Grecia Central), tras ser presuntamente vendida por sus progenitores biológicos, una pareja gitana de Bulgaria.
Tres partos en cinco meses

Los padres falsos de María habían inscrito a un total de catorce hijos en los registros civiles de tres ciudades griegas, aportando documentos falsos. Además, la «madre» declaró haber tenido tres partos en cinco meses, sin que eso le pareciera extraño a nadie.

Se sospecha que, detrás de las inscripciones fraudulentas en el Registro Civil, puede haber casos de venta de bebés ya que, en los últimos años, la Policía griega ha desarticulado más de una docena de redes de tráfico de menores. En su mayoría, se trataba de redes compuestas por ciudadanos búlgaros y helenos, que llevaban a madres desde Bulgaria a Grecia para que vendiesen a sus bebés a parejas griegas por cantidades entre los 5.000 y los 25.000 euros.