Córdoba / LA CERA QUE ARDE
La blanca doble
¿Existen peñistas negros? A poco que uno eche un vistazo a un torneo de dominó, negros lo que se dice negros, no se observan
ABC, , 06-01-2014ADVIERTO que en adelante utilizaré la palabra «negro» en su más antropológica y respetuosa acepción, no vaya a ser que cualquier inquisidor o inquisidora de lo políticamente correcto pretenda colgarme de manera sostenible, progresista y pacífica de mis partes pudendas, que además de mías, de momento siguen siendo el centro geográfico de mi futuro legado. Aclarado ésto, entramos en el complicado aspecto del Rey Baltasar en calidad de señor blanco pintado de negro. Este negro es tal cual, negro como el sobaco de un grillo si tiramos de corcho quemado o negro chocolate con leche si utilizamos crema maquilladora de Fidela.
En la sociedad cosmopolita y multirracial que ya somos, sorprende que Baltasar sea un blanco pintado de negro. Estadísticamente, el rey negro es el que más gusta a los niños, pero también el que más les asusta si los niños observan a su vecino con la cara como el hollín. De hecho, eso me da miedo hasta a mí, que ya tengo una edad y hasta una mili que hice. En Córdoba, los Reyes Magos oficiales son hasta la fecha un señor elegido por sorteo, una personalidad o similar, y un peñista de honor y abolengo. Preguntado el señor Castillero, presidente de las Peñas, de por qué, habida cuenta la cantidad de señores de color o de raza negra que ya habitan por aquí, o mal viven las criaturas en muchos semáforos, Baltasar no es un negro de raza negra, contesta Castillero bajo el pelo blanco «Ni mi mujer ni yo somos racistas», a modo de despiste o de excusa no pedida, porque por su santa esposa como que nadie se ha interesado. Creo que la pregunta realmente es: ¿Existen peñistas negros?. Gran cuestión ésta, ya que a poco que uno eche un vistazo a un perol, un torneo de dominó o un desfile de sultanas de las fiestas del Potro de Oro, negros lo que se dice negros no se observan. Ni se adivinan. Es la invisibilidad del negro que tampoco vemos en el semáforo porque refleja nuestra injusticia global, la que hace que Melchor sea un reponedor de un chino en desempleo. Como mucho, en el negro pensamos para la figura de paje real, que es como una especie de intro-racismo en la escala monárquica de la cosa maga. Desconozco el número de habitantes de color en la ciudad milenaria, pero peñistas no son. Y para encarnar a Baltasar no los reclaman, por que tienen al campeón del torneo de medios de Edisol con la cara como el betún para la noche mágica. No tenemos negros peñistas como no existe el centro de Koolhas.
Y es verdad, como apunta Castillero, que no es un problema de racismo: los negros que llegan, o vienen mudándose, serán los verdaderos relevos de la sociedad pequeña, la que curra y tal, la que no huele las subvenciones ni se cree depositaria única de las tradiciones. Están lejos de ser Baltasar, e incluso miembros, de aquéllos cuyo horizonte intelectual no transcurre más allá del vocinazo que dan cuando sacan la blanca doble.
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