JUAN MANUEL SACRISTÁN BEIRUT ESPECIAL PARA EL MUNDO
Un ‘pasaporte’ de 10.000 euros para huir de la guerra
El conflicto en el país árabe se convierte en un lucrativo negocio para las mafias
El Mundo, , 07-01-2014Entre 8.000 y 10.000 euros está costando actualmente a los ciudadanos sirios llegar a la Unión Europea en busca de asilo político o humanitario. Una operación prohibitiva para la mayoría de bolsillos y envuelta en múltiples peligros tales como la extorsión, la cárcel o la muerte. Bélgica y Suecia son los destinos más elegidos del viejo continente, debido a la facilidad de entrega de documentos y a las subvenciones comprometidas por aquellos gobiernos.
Según ha podido conocer EL MUNDO –a través de los testimonios directos de varios de estos acogidos o en actual proceso de acogida en la UE–, los traficantes de seres humanos que dirigen el lucrativo negocio están multiplicándose por todo Oriente Próximo y haciendo su particular agosto a cuenta de la guerra en aquel país. Incluso han asegurado sospechar que parte del dinero está siendo reinvertido en la guerrilla islamista, posiblemente con destino a las arcas de la marca Al Qaeda o del recién creado Frente Islámico.
Alaa Shehab, un joven cristiano de 27 años del distrito damasceno de Jaramana y de carrera brillante en ASAS Petro Field Services Syria, es el ultimo ejemplo de este éxodo a la prometida tierra europea. Shehab salió de Beirut el 2 de septiembre de 2013 y alcanzó Gotemburgo dos meses después. Allí se encuentra instalado, a la espera de que su petición de refugio sea aprobada el 13 de enero. Abonó 12.000 euros entre mafia y manutención para llegar a Suecia, pero eso no le garantiza que su solicitud sea admitida. Cruza los dedos.
Su historia comenzaba cuando un tío segundo suyo entró en contacto con él vía Skype y le ofreció la posibilidad de salir rumbo a Europa. Ocurrió este verano, mientras Alaa estaba al borde de la desesperación en el Líbano.
Llevaba casi un año huyendo del servicio militar; Shehab estaba preso de la paranoia: «No me lo pensé demasiado. Se me había agotado el tiempo para el servicio militar obligatorio y tuve que reaccionar. No me gustó dejar a mi mujer, pero vivía cerca de Sidón y estaba rodeado de extremistas suníes. Siendo hijo de un coronel del régimen no podía quedarme por más tiempo en aquel lugar».
Aceptó la oferta, aunque jamás ha vuelto a hablar con su tío. Según Alaa, éste se hizo con un pellizquito a cambio de poner su vida en peligro. Tras hablar con el supuesto cabecilla de la mafia, cuyo nombre falso era Abu Abdalá, el joven de Jaramana se compró un pasaje entre Beirut e Izmir por un valor cercano a los 500 euros.
Se alojó en el hotel acordado y allí sería recibido por Abu Wadi, otro supuesto integrante de la trama delictiva. Todas las pertenencias de Alaa fueron directamente a la basura –menos el portátil–. Los acontecimientos se precipitarían después según el habitual modus operandi.
Luego llegarían los trasbordos nocturnos desde el puerto de Çesme Marina al de Atenas con otros 20 expatriados sirios, las redadas de la policía en el mismo puerto de recepción –en el que Alaa fue el único en pasar el control policial– y los encuentros esporádicos con los traficantes de personas. Shehab hizo entrega de 3.000 euros en metálico y tuvo que esperar unos 15 días a recibir los documentos falsos en un estudio con otros siete paisanos. Colchones viejos, sin sábanas ni almohadas. Horas lánguidas de espera hasta recibir la llamada.
Primera intentona de Alaa, agua. Fue apresado por la policía alemana, que anda actuando en el aeropuerto de Atenas desde que se destapó que agentes de aduanas griegos estaban comprados por los traficantes. Veintiseis días de cárcel y pago de 2.000 euros por la contratación de un abogado. Como cabía esperar, nadie de la red delictiva se iba a acercar a la comisaría de Vita Aigaleo.
A la segunda sí funcionó. Entregó alrededor de 6.000 euros y voló desde Creta a París con un DNI portugués falso y un sobre lleno de dinero para los agentes de aduanas del aeropuerto internacional de Heraklion. En el Charles de Gaulle esperó hasta volar a Copenhague y desde allí viajó por tren a Suecia.
Ahora vive a las afueras de Gotemburgo, tras haber pasado en un centro de detención más de un mes. Se sostiene con una ayuda económica de 200 euros. «He perdido mi país, mis planes de futuro y un montón de personas queridas. Sólo deseo que la pesadilla termine», finalizaba su relato el expatriado damasceno a este diario.
Maya Youssef, joven de 23 años y natural de Ahvaz (Irán), también tuvo que salir corriendo de Damasco. Era Ramadán de 2012. Había estado viviendo en aquella ciudad desde hace varios años, porque su familia tuvo que huir del régimen de los ayatolás. Disidentes políticos que tampoco se sentían seguros en una guerra que no era la suya. Su historia, semejante a la anterior. Cruzó la frontera libanesa de polizón en un camión de mercancías, viajó desde Beirut a Estambul con su hermana, esperó allí la entrega de un pasaporte francés real que había sido modificado y entregó una suma de 8.000 euros en total para llegar a la UE.
«El trato con Alí [el contacto de la mafia] era bueno, un tipo simpático y agradable. Intentaba hacer chistes habitualmente para rebajar la tensión. […] Lo bueno de estos es que el precio que pagas es como una tarifa plana. Da igual las veces que intentes pasar el control policial en el aeropuerto. Si fallas, te vuelven a buscar documentos hasta que lo consigas», señalaba la joven iraní a EL MUNDO.
Ella lo consiguió, pero su hermana que iba detrás no. Hoy vive en Bruselas con un subsidio de 800 euros, pero aún se acuerda de los dos meses que pasó en el centro de tránsito belga Caricole. Condiciones lejos de ser las mejores y rodeada de afganas, iraquíes, ugandesas, somalíes, etc., en la misma situación. Maya tiene la ciudadanía belga y pasaporte, pero no una nacionalidad. Aún no ha podido ver a su hermana.
Irán rechaza ir a Ginebra
Estados Unidos ha sugerido que Irán podría tener un papel «desde los márgenes» en la conferencia de Ginebra, que busca pactar una salida al conflicto entre el régimen del presidente sirio, Bashar Asad, y los grupos de la oposición. Sin embargo, Teherán descartó ayer su participación al considerar que la sugerencia de Washington de que no lo haga oficialmente como Estado parte no respeta su dignidad como país. El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, insinuó el domingo que podría encontrarse una fórmula en la que Teherán pudiera «contribuir desde los márgenes» a la conferencia de Ginebra, el próximo 22 de enero. Y ayer, altos funcionarios de EEUU insistieron en que la República Islámica podría jugar un papel útil. En declaraciones a la televisión estatal iraní, el portavoz del Ministerio de Exteriores afirmó que Teherán apoya una solución política que acabe con el conflicto en Siria, «pero con el fin de tomar parte en Ginebra, la República Islámica no aceptará ninguna propuesta que no respete su dignidad», dijo, según informa Reuters.
(Puede haber caducado)