La mujer quemada en Siria inicia su tratamiento en Vall d’Hebron

Almustafá fue visitada ayer en el servicio de cirugía plástica y quemados Los médicos aún no han decidido el tratamiento de la joven a la espera de evaluar mejor su estado

La Vanguardia, , 03-01-2014

Manar Almustafá, la mujer siria de 30 años que sufre quemaduras en el 90% de su cuerpo desde el 12 de diciembre del 2012 a causa de la explosión de una bomba en la ciudad de Homs, fue visitada ayer en el hospital Vall d’Hebron cinco días después de haber llegado a Barcelona.

Almustafá se ha convertido a su pesar en la cara visible de la guerra de Siria. Con el rostro desfigurado, salió de su país pocos días después de la explosión para reunirse con los familiares que tiene en Barcelona y poder ser tratada de las quemaduras. Pero le ha costado más de un año cruzar el norte de África y llegar a su destino.

El Departament de Salut, informado con antelación de la inminente llegada de Almustafá, tramitó el lunes su tarjeta sanitaria, al día siguiente de desplazarse a Barcelona. Dado que su caso, pese a su dramatismo, no es una emergencia médica, no fue tratada de inmediato. Pero se le programó una visita ambulatoria sin demora en el servicio de Cirugía Plástica y Quemados de Vall d’Hebron. Ayer, pasada la festividad del 1 de enero, fue visitada de manera ambulatoria por médicos de la unidad para una primera valoración de su estado de salud y de sus posibilidades de tratamiento.

Al salir de la consulta, se le dio una nueva cita para someterla a exploraciones complementarias que permitirán decidir el tratamiento que recibirá a partir de ahora. El servicio de Vall d’Hebron realizó en abril del 2010 el primer trasplante total de cara del mundo. Desde entonces se han llevado a cabo una decena de trasplantes de este tipo en el mundo. No se ha informado si el equipo de Vall d’Hebron se plantea este tipo de trasplante como opción de tratamiento para Almustafá.

La mujer siria, que se aloja en un pequeño piso del barrio de Sant Antoni que comparte con veinte familiares, ha declarado que no espera recuperar la misma apariencia que tenía antes de la explosión. Pero confía en que el tratamiento que recibirá en Vall d’Hebron ayudará a aliviar el dolor que sufre ahora por las secuelas del siniestro. Y que su hija de seis años con la que ha viajado a Barcelona, que ahora tiene miedo de verla y rehúye su mirada, vuelva a acercarse a ella tras el tratamiento. Almustafá tiene otros tres hijos, trillizos, que se quedaron en Siria.

La explosión la sorprendió aquel 12 de diciembre cuando estaba cocinando en su casa de Homs. Su cuñada, que estaba en el salón, sufrió graves heridas en una pierna de las que no se ha recuperado. En la cocina, al parecer, estalló una bombona de gas por culpa de la bomba, lo que provocó las graves quemaduras que sufre desde entonces. Pocos días después de la explosión salió de Siria junto a trece familiares con destino a Barcelona, donde viven su padre y varios de sus hermanos. Pasó por Líbano, permaneció siete meses en Egipto, cruzó el norte de Libia y el de Argelia, llegó a Marruecos y entró en Melilla, donde estuvo dos meses retenida. Después de que su situación fuera denunciada por oenegés humanitarias, el Gobierno le concedió la llamada “protección internacional”, que es equiparable al asilo político. Siete de los familiares que la acompañan han recibido también la condición de protección internacional, mientras que los cinco restantes han podido entrar en España gracias al plan de acogida de la secretaría general de Inmigración.

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