>JUAN MONEO ‘EL TORTA’

Imprevisible mito del flamenco

Familia de los Pacote, destacó tanto en los cantes festeros como en los palos serios

El Mundo, , 02-01-2014

Juan Moneo El Torta ha sido uno de los cantaores más geniales, profundos y con mayor personalidad que ha dado el flamenco durante las últimas décadas. El aficionado que disfrutaba por primera vez del inconfundible eco de este jerezano modificaba, de forma inmediata, su concepto del arte jondo. Los artistas como él son imprevisibles e irregulares, lógicamente, porque no se puede alcanzar la gloria siempre. Pero quien ha sentido alguna vez las puñaladas de su cante no podía dejar de seguirle una y otra vez. Ya no van quedando flamencos con el magnetismo y la capacidad de comunicación que tenía El Torta.
Nacido en pleno barrio de San Miguel, conocido castizamente como La Plazuela, el 4 de septiembre de 1953, Juan Moneo Lara pertenecía a la familia de los Pacote, una dinastía gitana de enorme solera flamenca, en la que también destaca artísticamente, por la enorme jondura que atesora, su hermano mayor Manuel Moneo, uno de los cantaores más rancios que hay en la actualidad. «A espaldas de donde yo dormía de chico vivió Manuel Torre», nos decía El Torta. «Estoy orgulloso de haberme criado donde nació la esencia». Y añadía: «Lola Flores a 300 metros de mi casa, Chacón a 500, La Paquera… Yo estaba en la cuna y ya escuchaba cante».

Juan, que atesoraba un inequívoco rajo gitano, también se mostraba receptivo ante la herencia de los cantaores que no han sido de su etnia. «El castellano número uno y el que más me ha gustado del mundo ha sido Don Antonio Chacón», aseguraba.

Se mostraba satisfecho de su último disco, Momentos, registrado en directo en Madrid, pero necesitaba que gente de su confianza le dijera que la grabación había quedado bien, que era un trabajo importante. Sabía de sobra que tenía dentro algo muy especial, aunque nunca estaba convencido de haber hecho las cosas redondas.

El Torta, tremendamente inseguro, como muchos grandes flamencos jerezanos, reclamaba en silencio que le reconocieran de cerca su desbordante talento, pero tenía miedo al éxito: «Tampoco pido mucho, lo que más me gusta es cantarle a quien yo quiera. A los políticos, a ninguno. Políticos no quiero… ni a mi tío político». Muchas de las letras que interpretaba eran suyas. Explicaba que las guardaba en su cabeza porque escribía muy mal y tampoco tenía la costumbre de recogerlas en una pequeña grabadora cuando se le ocurrían.
A pesar de llevar cantando toda la vida, y de ser un fuera de serie reconocido y jaleado en el ámbito flamenco desde hace mucho tiempo, que arrastraba detrás de él toda una legión de buenos aficionados, nunca venció el miedo escénico: «Me gusta discurrir y meterme en el cante sin darme cuenta. Cantar flamenco es llorar. Cuando alguno me dice que he estado bien o que me admira, me da mucha vergüenza. Si fuera verdad, prefiero no creerme nada nunca y seguir siendo humilde».

Afirmaba que había ido muy deprisa por la vida y que, por eso, se llevó demasiados golpes. Últimamente quería continuar más despacito, reposado, como cantando por soleá. El destino no le ha dado esa opción. Reconocía que había perdido bastante tiempo en los recodos del camino, pero sabía que aún conservaba muchas bazas importantes en la mano. Su capacidad de transmisión era una locura: «Detrás, está toda mi vida y conservo mucha fuerza en la voz, así que estoy dispuesto a volver a nacer en el cante. Tengo que seguir aprendiendo, porque lo que he sacado fuera hasta ahora me lo dieron los monstruos. He estado con todos los más grandes del mundo: Borrico, Camarón, Mairena, Terremoto, Gades el bailarín… Ahora el flamenco ha cambiado mucho, no está en los bares, los jóvenes lo escuchan en los discos. Esta comercializado».

En los últimos tiempos, quería elaborar un poco más su rompedor trabajo espontáneo: «He patinado muchas veces y al patinar te sales de órbita. Pero con eso también consigues algo. El cante sale del sufrimiento de la vida. A muchos, si sacan la voz como yo, se les parte la aorta».

Juan Moneo ‘El Torta’, cantaor, nació en Jerez de la Frontera (Cádiz) el 4 de septiembre de 1953 y murió en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) el 31 de diciembre de 2013.

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