PAQUI SÁNCHEZ MELILLA CORRESPONSAL

Víctima de la guerra y la burocracia

Asilo para una refugiada siria que llevaba dos meses esperando tratamiento médico

El Mundo, , 27-12-2013

Desde finales de julio, la frontera de Melilla es la puerta de entrada a Europa para una media semanal de cinco o seis sirios. En apenas medio año ya son cerca de 200 los que han llegado huyendo de la guerra que está asolando su país. Entre ellos se encuentra Manar Almustafa, una joven de 30 años que tiene grabados a fuego en su piel los efectos de las bombas. Una cayó sobre su casa de Homs a finales del año pasado mientras preparaba la cena para su familia. La explosión quemó el 90% de su cuerpo, le arrebató la vida a una de sus hijas e hirió gravemente en una pierna a su cuñada Smiha.

Su calvario no hizo más que empezar aquella noche. La familia Almustafa se vio obligada como tantas otras a salir corriendo de Siria rumbo a Europa para escapar del horror y buscar no sólo un futuro seguro, sino también un remedio para las tremendas quemaduras que impiden a Manar hacer una vida normal. Apenas puede andar ni tragar. Ni siquiera cerrar los ojos o descansar por el dolor. Varias veces fue intervenida en Líbano y Egipto, países por los que fue pasando en su huida antes de llegar a Melilla a finales de octubre.

Su esperanza de recibir una asistencia especializada en España se desvaneció en cuanto llegó a la ciudad autónoma, donde sólo la han podido ayudar con analgésicos mientras sobrelleva su día a día postrada en el sofá. El Hospital Comarcal de Melilla no tiene en su cartera de servicios el tratamiento que Manar necesita. Cuando en la ciudad se da el caso de pacientes quemados, éstos son trasladados a la Península, pero esta refugiada siria se ha encontrado, además, con un complejo procedimiento burocrático que le impide salir de la ciudad.

Así ha estado dos meses hasta que su familia, desesperada, alzó su voz para pedir públicamente al Gobierno que facilite la salida de Manar de Melilla para poder recibir asistencia médica especializada. El eco mediático que obtuvo consiguió ayer lo que no había podido en dos meses: que Moncloa acelerara todo el papeleo para evacuarla y ser tratada.

Según informó el delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani, los 14 miembros que componen la familia de Manar vieron ayer cómo se les concedía la petición de asilo, que ya les había sido admitida a trámite el 5 de diciembre. Desde aquel día tienen la tarjeta roja, con la que supuestamente deberían tener libertad de movimiento por todo el territorio nacional y recibir asistencia sanitaria. Sin embargo, varias ONG han denunciado en reiteradas ocasiones que en Ceuta y Melilla no se aplica ese derecho hasta no ser definitivo, al no considerarse como fronteras Schengen de la UE.

Este obstáculo burocrático puede llegar a tardar más de un año, demasiado tiempo para Manar, cuyos familiares se han visto estos días respaldados por diversas ONG, como CEAR y Prodein. El responsable de esta última, José Palazón, fue ayer muy duro con el delegado del Gobierno, al que reprochó que siendo médico no se haya movido para acelerar este caso. «Una persona quemada no es ni inmigrante, ni sirio, ni chino ni nada», dijo Palazón, para quien el tratamiento oficial que se ha dado a este caso no es razonable ni humano porque «han visto cómo está y no han hecho nada». El Barkani negó que se haya desentendido y puntualizó que las quemaduras que han desfigurado el rostro de Manar tienen una antigüedad de casi un año, de modo que lo que necesita no es una operación urgente, sino una cirugía plástica reparadora que exige un periodo largo de operaciones.

Pronto Manar recibirá el tratamiento. Con su petición de asilo concedida en tiempo récord, esta herida de guerra está a la espera de llegar a Barcelona, donde ya la espera desde hace semanas parte de su familia.

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