El experimento político llevado a cabo en Badalona en torno a la inmigración ha sido todo un éxito. El alcalde de la tercera ciudad de Catalunya en número de habitantes, el popular Xavier García Albiol, fue declarado ayer inocente de las acusaciones de incitación al odio y a la discriminación.
JORDI PLAY
García Albiol durante la rueda de prensa ofrecida ayer tras conocer la sentencia
El controvertido político se sentó hace pocas semanas en el banco de los acusados del juzgado de lo penal 18 de Barcelona a raíz de los folletos que repartió en compañía de la líder de su partido en Catalunya, Alicia Sánchez Camacho, en el barrio de Salut, en la primavera del 2010.
Aquellos folletos asociaban delincuencia e inmigración, inseguridad ciudadana y gitanos rumanos. Los panfletos también decían que el PP sólo estaba a dos concejales de ganar las próximas elecciones municipales. Las sucesivas declaraciones hechas durante los días posteriores por el entonces todavía candidato a la alcaldía vinieron a corroborar que el mensaje de aquellos dípticos estaba bien pensado y no era fruto de la improvisación y la precipitación. De hecho, el popular ya llevaba cerca de diez años, con otros panfletos, vídeos y campañas de recogida de firmas, poniendo la inmigración en la primera línea de la palestra de la política local. Todo este asunto de los panfletos no fue más que la punta del iceberg. Hasta entonces el uso de la inmigración como arma electoral todavía causaba recelo entre los partidos mayoritarios. Al año siguiente, Albiol ganó las elecci0ones. La sentencia sobre el tema se hizo pública ayer, y absuelve al alcalde de incitación al odio.
En el texto, el juez afirma que los folletos y posteriores manifestaciones públicas que hizo García Albiol sobre los gitanos rumanos “no constituyeron una incitación a realizar ningún acto, salvo a votarle en las siguientes elecciones”. También añade que las manifestaciones del alcalde quedan amparadas por la libertad de expresión, que en su caso merece mayor protección por ser una persona que actuaba “en su condición de miembro y dirigente de un grupo político, y que estaba exponiendo una problemática que él consideraba que debía ser objeto de atención”; si bien la libertad de expresión no ampara el insulto. El juez reconoce en su sentencia que la catalogación de delincuentes a los inmigrantes rumanos “constituyó una patente e innecesaria exageración, porque para poner de manifiesto el problema (…) no hacía ninguna falta decir que todos ellos eran delincuentes, vulnerando así el honor de quienes no habían cometido ningún delito”.
No obstante, descarta que García Albiol incurriera en un delito de injurias colectivas al colectivo de gitanos rumanos porque, en su opinión, no era ese su objetivo, sino que la intención del procesado era “la de poner en manifiesto un problema, o la de conseguir votos, o ambas a la vez”.
El experimento en Badalona no fue fruto de un plan premeditado en un despacho de las alturas. Fue el resultado de una larga obra personal, el asedio de dos décadas de Albiol al poder. Al final Albiol ponía una pica en Flandes, se hacía con la tercera ciudad de Catalunya en número de habitantes. Ayer, Albiol, al conocer la sentencia, convocó una rueda de prensa donde, más que eufórico, se mostró mesiánico.