En una huida hacia delante, el presidente
del Partido Socialdemócrata
Alemán (SPD), Sigmar Gabriel, declaró
ayer la guerra a la extrema derecha
nacionalista, que amenaza con
dar mucha guerra en las próximas
elecciones europeas, y exigió como
condición para firmar la gran coalición
con Merkel la legislación de la
doble nacionalidad. En Alemania, a
los niños nacidos de padres extranjeros
se les obliga a renunciar a la
nacionalidad de su familia si quieren
ser alemanes cuando cumplen 18
años. La doble nacionalidad, junto
con una mejora de las finanzas de
los ayuntamientos, fue calificada por
Gabriel como «vital para evitar la infiltración
de la extrema derecha», en
un combativo discurso en el que
alertó del avance de partidos como
Alternative für Deutschland, que se
quedó a punto de entrar en el Parlamento
en las últimas generales.
Gabriel, junto con otros miembros
de la directiva del SPD, visitó ayer el
solar en el que está prevista la construcción
de una mezquita en Leipzig,
ciudad en la que se celebraba el congreso
socialdemócrata. La noche anterior,
un grupo de desconocidos dejó
en el solar las cabezas de cinco
cerdos empaladas con enormes estacas
de madera y en medio de charcos
de sangre animal, un macabro
decorado que encontraron los bomberos
cuando acudieron a apagar el
fuego de varios contenedores de basura
que habían sido incendiados.
«No debemos dar oportunidades a la
derecha populista», dijo Gabriel, agarrando
al vuelo el lamentable episodio
y utilizándolo como clavo ardiendo
al que se agarra para salvarse del
rechazo que está causando entre las
bases socialdemócratas el proyecto
de gran coalición con Merkel.
Aludió a la necesidad de una total
integración de los extranjeros en
Alemania y a la situación en la que
queda la juventud de los barrios en
los que la austeridad obliga a cerrar
centros públicos de ocio juvenil, «como
está ocurriendo en Meckelmburgo-
Pomerania del Norte, donde cierran
los centros juveniles y el hueco
es aprovechado para trabajar a fondo
con los jóvenes por parte del
NPD», dijo, sobre el ascenso de este
partido filonazi.
Lo cierto es que Gabriel corre un
gran riesgo porque los 470.000 afiliados
del SPD votarán el acuerdo de
gran coalición en diciembre y en este
congreso del partido ya ha quedado
claro que hay un rechazo considerable
al mismo.
Lo que Gabriel viste como exigencias
a Merkel, por otra parte, no son
más que puntos previamente acordados
con la canciller, que ve con
buenos ojos la concesión de la doble
nacionalidad, como ha dejado entrever
este mismo fin de semana durante
un encuentro de las juventudes
de su partido, la Unión Cristianodemócrata
(CDU), en el que
también habló de la necesidad de
evitar los «populismos».
«Es cierto que entre las bases hay
un fuerte rechazo emocional a la
gran coalición», reconocía anoche el
alcalde de Berlín, el socialdemócrata
Klaus Wowereit, quien admitió que
la canciller y el SPD están ya «trabajando
como socios para que la coalición
salga adelante, y un factor clave
en este momento es transmitir un
poco de confianza y sentido de lo
que estamos haciendo a las bases de socialdemócratas"