Salí de Tánger en 1996 y entré por primera vez en España sin papeles, aunque nunca tuve problemas. Empecé a trabajar en un pequeño pueblo de Almería, en la agricultura. Volví en 1998, y en el 2000 me vine a Barcelona, donde he trabajado en hostelería y en mantenimiento. Estuve en Gavà, y me dediqué a cuidar piscinas y jardines. Ahora tengo 42 años, una pequeña tienda y he pedido la nacionalidad para asegurarme. Inicié los trámites en el 2009, pero se ha ido retrasando. Parece que con esto de ahora se acaba. Tengo dos hijas, una de 7 años, que ya es española, y una de 3, que está en trámite. Casi cada año vuelvo a Tánger para ver a mis padres y al resto de la familia. Cuando llegué aquí éramos poca gente y había más oportunidades. Ahora todo es más difícil. Tengo dos hermanos, uno mayor y otro menor, que han vuelto al nido, han regresado a Tánger, y allí han encontrado trabajo. Conozco bastante gente que se ha marchado. En Marruecos si eres joven o tienes un oficio puedes encontrar un trabajo. Y el país ha mejorado un poco desde que me marché. Pero cuanto más progresa, más gente llega del sur. En la construcción ya casi sólo trabajan los subsaharianos. Y la inmigración se ha parado, los que pasan el Estrecho son gente de más al sur”